Publicado en la revista 'Nature'

Investigadores españoles descubren cómo una alteración neuronal podría ser clave en el origen del autismo

Un paso más Científicos de Barcelona identifican cómo la pérdida de un pequeño fragmento de ADN en la proteína CPEB4 altera la regulación de genes esenciales para el desarrollo neuronal, ofreciendo nuevas pistas sobre el origen del autismo y sentando las bases para posibles terapias futuras.

Investigadores españoles descubren cómo una alteración neuronal podría ser clave en el origen del autismo

Un equipo de investigadores del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) ha dado un paso en la comprensión del autismo idiopático, que representa el 80% de los casos de este trastorno y carece de una causa genética conocida. El estudio, publicado en la revista 'Nature', revela como alteraciones en la proteína neuronal CPEB4 impactan el desarrollo cerebral, ofreciendo nuevas pistas sobre el origen del trastorno del espectro autista (TEA) y estableciendo una base para el diseño de terapias en el futuro.

El equipo liderado por los doctores Raúl Méndez y Xavier Salvatella ha identificado que la pérdida de un microexón, un pequeño fragmento de ADN presente en la proteína CPEB4, altera su capacidad para regular la expresión de genes esenciales en el desarrollo del sistema nervioso. Sin este microexón, los "condensados" celulares, estructuras dinámicas dentro de las neuronas encargadas de almacenar y liberar material genético en respuesta a estímulos, se vuelven disfuncionales, lo que provoca un impacto directo en la formación y estabilidad neuronal.

"Nuestros resultados sugieren que incluso pequeñas alteraciones en la inclusión de este microexón pueden desencadenar efectos significativos", explica Carla García-Cabau, investigadora del IRB Barcelona y coautora del estudio.

El hallazgo se basa en una investigación previa de 2018, en la que se identificó el papel de CPEB4 en la regulación de proteínas asociadas al autismo. Ahora, los científicos han descifrado por qué este pequeño segmento de la proteína es esencial para su actividad en el cerebro.

¿Un camino hacia el tratamiento?

Una de las perspectivas más prometedoras de este avance es la posibilidad de restaurar la función de CPEB4 mediante enfoques terapéuticos. Según Raúl Méndez, investigador principal, el microexón podría ser introducido en las células para recuperar parcialmente la funcionalidad perdida y revertir los efectos neuronales relacionados con el autismo.

Sin embargo, los expertos insisten en que estos resultados están en una etapa preliminar y requieren años de investigación adicional. Carla García, también miembro del equipo, destaca: "Ahora debemos avanzar con estudios celulares y en modelos animales para evaluar el potencial terapéutico de este hallazgo y desarrollar, a largo plazo, un fármaco que pueda mejorar la calidad de vida de las personas con autismo."

Prudencia y expectativas moderadas

Desde Autismo España, la directora técnica Ruth Vidriales destaca la importancia de manejar las expectativas en torno a este descubrimiento. "Estos avances son emocionantes, pero su aplicación práctica aún está lejos. Se requiere mucho tiempo, recursos y trabajo para trasladarlos a la realidad clínica."

Vidriales también subraya la necesidad de combinar estos esfuerzos científicos con un enfoque integral que aborde las necesidades actuales de las personas con TEA y sus familias: "Es importante que las expectativas no superen los plazos reales de desarrollo de estas terapias."

Un esfuerzo colaborativo global

El estudio ha sido posible gracias a la colaboración de múltiples instituciones científicas de renombre, como el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC/UAM, el Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC), la Universidad de Hong Kong, la Universidad de Copenhague y University College de Londres. La financiación provino de la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Consejo Europeo de Investigación (ERC).

Además, el trabajo cuenta con la contribución de destacados científicos como José Lucas, del CSIC, y Ruben Hervás, de la Universidad de Hong Kong.

Raúl Méndez concluye que, para avanzar hacia un posible tratamiento, será necesario formar un consorcio internacional de investigadores e instituciones con recursos significativos: "El reto es ambicioso, pero creemos que este hallazgo marca un antes y un después en nuestra comprensión del autismo."