Las familias modernas, como la de María, están formadas por padres, hijos y sus móviles. Y quien dice móviles dice tabletas, videoconsolas, televisiones u ordenadores. Están cambiando nuestras familias y nuestros problemas.
Cambia hasta la manera de jugar en en el parque. Pero la nuestra, la de los padres. Porque si sólo les contamos la teoría, sería como pedirles que dejen el móvil y vengan a cenar por Whatsapp. No es efectivo. Hay que dar ejemplo.
Según las cifras de 'Empantallados', padres e hijos usamos igual de mal el móvil durante las comidas, pero los padres lo hacen aún peor que los hijos viendo más de una pantalla a la vez, y usando el móvil en la cama.
Al agachar la cabeza hacia la pantalla la convertimos en un muro que nos aísla del entorno y de la comunicación con nuestros hijos, que automáticamente entienden que lo que tenemos entre manos es más importante que ellos. Los hijos son nuestro reflejo. Nuestro reflejo en las pantallas.