El estudio publicado en 'Nature Astronomy' concluye que Ceres es un planeta único en cuanto a la mineralogía que posee, ya que un 20% de sus superficie tiene altas concentraciones de carbono. "Nuestro análisis muestra también que los compuestos ricos en carbono están íntimamente mezclados con productos de interacciones agua-roca, tales como como las arcillas", ha asegurado Simone marchi, una de las autoras principales del estudio.
"Ceres adquiere un papel fundamental en la evaluación del origen, la evolución y la distribución de las especies orgánicas en todo el sistema solar interno. Ahora debemos preguntarnos de qué forma este mundo podría haber impulsado los caminos de la química orgánica, y cómo estos procesos podrían haber afectado a la composición de planetas más grandes, como la Tierra", ha continuado la científica.
El planeta hallado entre las órbitas de Júpiter y Marte, en el que ya se ha descubierto agua, armonio y un derivado de amoniaco, se formó hace 4.600 millones de años, probablemente en un lugar más frío de en el que ahora se sitúa: la reorganización de las órbitas de los planetas más grandes le habría desubicado.
El estudio además ha aportado otras conclusiones: el interior de Ceres ha sido sometido a diferentes procesos impulsados por fluidos que han sido detectados por la cartografía infrarroja de la sonda Dawn. La interacción de determinadas rocas y la magnetita con el agua habría formado la capa que se halla tras la superficie del globo.
El subsuelo del pequeño mundo también podría estar repleto de materia orgánica, según ha determinado Dawn analizando uno de los múltiples cráteres que maquillan su superficie. Los grandes agujeros podrían haber sido creados por meteoritos, ya que la superficie de Ceres está formada por una composición que se asemeja mucho a la de los aerolitos.