Entre los meses de julio y agosto tiene lugar la lluvia de estrellas conocida como perseidas o 'lágrimas de San Lorenzo', un evento astronómico muy popular entre los amantes de la observación estelar. Su intensidad, unida a la época del año en que se produce, con un buen clima que favorece su visibilidad, lo convierte en un pasatiempo perfecto para los astroturistas.
Esta lluvia de meteoros, que lleva activa desde el 17 de julio y se desvanecerá el 24 de agosto, toma uno de sus nombres de la constelación de Perseo. Gran parte de las deflagraciones de las perseidas tienen su radiante o punto de origen en esta agrupación de estrellas, nombrada en honor al héroe de la mitología griega.
El otro término, 'lágrimas de San Lorenzo', hace referencia al santo cristiano cuyo día se celebra el 10 de agosto, coincidiendo con la época en que tiene lugar el máximo de actividad de la lluvia de estrellas. Las lágrimas hacen referencia a la forma que dibujan las deflagraciones en el cielo nocturno, que este año tendrán su apogeo en la noche del 12 al 13 de agosto.
San Lorenzo, el diácono martirizado en una parrilla
La historia de este hombre santo de la Iglesia se remonta al siglo III d.C. En el año 257 el emperador Valeriano publicó un decreto que ordenaba perseguir y condenar a muerte a todo aquel que se declarase cristiano. Lorenzo era entonces diácono del Papa San Sixto, según la web Aciprensa, portal que acredita a San Agustín, San Ambrosio y el poeta Prudencio como las fuentes más fiables para conocer la vida del santo.
En el año 258, el Papa Sixto y cuatro de sus diáconos fueron asesinados por la policía del emperador en el cementerio de Roma mientras oficiaban una liturgia. El líder religioso le aseguró a Lorenzo antes de morir que en pocos días le seguiría, por lo que el segundo decidió vender las posesiones más valiosas de la Iglesia y repartir el dinero entre los más necesitados.
Poco después, el alcalde de Roma le exigió todos los tesoros de la Iglesia para costear las guerras del emperador. Lorenzo le pidió tres días de plazo, en los que reunió "a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba con sus limosnas", según Aciprensa. Cuando los presentó ante el alcalde, este ordenó que lo ejecutaran lentamente.
San Lorenzo fue condenado a morir en una parrilla, sorprendiendo a los presentes por la tranquilidad con la que se enfrentó a su martirio. De hecho, a pesar de que popularmente se dice que el término 'lágrimas de San Lorenzo' se refiere a los lamentos del santo durante la tortura, la web Aciprensa asegura que el deseo del mártir de reunirse con Dios hacía que no le diera mayor importancia al dolor que le provocaba el metal ardiente. El portal católico comenta que incluso un rato después de haberse iniciado su martirio, el santo habría pedido que le dieran la vuelta porque ya estaba "asado por un lado".
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San Lorenzo murió el 10 de agosto de 258, y por ello la Iglesia dedica este día a la advocación del diácono y mártir. El hecho de que el máximo de actividad de las perseidas en agosto coincida con los días cercanos a esta fiesta religiosa favoreció que el santo diera nombre al acontecimiento celestial.
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