Saturno tiene 82 lunas: 53 de ellas confirmadas y 29 a la espera de una certificación de la NASA. De entre todas ellas, hay una muy pequeña, con unos 500 kilómetros de diámetro, que se asemeja a una gran bola de nieve. Ha cautivado a los astrónomos durante siglos; en palabras de la agencia espacial, los descubrimientos hechos en este satélite —el más brillante de todo nuestro sistema solar— "han cambiado la dirección de la ciencia planetaria". Su nombre es Encélado y, una vez más, nos regala imágenes inéditas.
Lo que ocurre en esta luna de Saturno solo se puede explicar a través de un término: agua. Eso sí, en su versión más fría, porque la extensión de hielo de Encélado se reparte por toda la superficie del territorio. Hace unos años, en 2005, se descubrió que escondía un enorme océano de agua salada bajo su suelo. Esto daba a entender que es uno de los grandes entornos para albergar vida; especialmente por las características de su polo sur. Sabíamos que en este hemisferio del planeta el suelo se había "recompuesto" por el agua subterránea que salía disparada hacia arriba. Pero ahora la NASA ha descubierto que esto ocurre también en el norte del satélite.
Como se aprecia en la imagen superior, hay unos infrarrojos que, según apunta la agencia espacial, "proporcionan una fuerte evidencia de que el hemisferio norte de la luna ha sido recreado con hielo de su interior". Esto permite extraer dos conclusiones: la primera, que esta zona no solo está cubierta por hielo fresco (algo que ya se sabía), sino que su paisaje "ha resurgido". Es decir, tiene un suelo joven y probablemente estuvo activo no hace mucho tiempo.
La segunda conclusión es que este hecho tiene una clara correlación con un fenómeno habitual en esta luna. Los científicos lo llaman "la franja del tigre", por el efecto visual que crean las rayas conformadas en la superficie. Básicamente, estas franjas no son más que grietas, pero esconden algo en su interior: el agua de un océano subterráneo, que cada poco tiempo sale disparada hacia el espacio a través de una columna de vapor y partículas de hielo. Lo más parecido a un géiser extraterrestre que hemos visto.
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"Ahora, gracias a estos ojos infrarrojos, podemos retroceder en el tiempo", expresa Gabriel Tobie, coautor de la investigación que ha descubierto el hecho. "Este resurgimiento en el norte puede deberse a chorros de hielo o a un movimiento más gradual del hielo a través de fracturas en la corteza, desde el subsuelo del océano hasta la superficie", concluye la NASA, que celebra saber algo nuevo de este satélite, uno de los más enigmáticos de nuestro sistema solar.
Encélado, ¿hogar para la vida?
Los astrónomos llevan décadas estudiando lo que ocurre en este lugar. Gran parte de la información ha podido ser recopilada gracias a una nave espacial, conocida como Cassini —responsable también de este último descubrimiento, tras más de 13 años de exploración del sistema de Saturno—.
En una de las exploraciones del Cassini, los científicos observaron que "algo, tal vez una atmósfera" estaba haciendo fuerza contra el campo magnético de Saturno, muy cerca de Encélado. La NASA explica en un artículo cuál fue el resultado de este hallazgo: "Cassini reveló la dramática verdad: Encélado es una luna activa que esconde un océano global de agua salada líquida debajo de su corteza".
La agencia espacial, sorprendida, describe los complejos procesos que se dan en estas aguas: "Los chorros de partículas heladas de ese océano, mezcladas con una infusión de agua y químicos orgánicos simples, brotan continuamente al espacio y el material sale disparado a unas 800 millas por hora, formando una columna que se extiende cientos de millas en el espacio".
Aquí es donde entran las racionales, aunque inusuales, similitudes entre las franjas del tigre y los géiseres de la Tierra: "El anillo E de Saturno contiene unas peculiares nanopartículas. Unos nanogranos de sílice que solo se pueden generar donde el agua líquida y la roca interactúan a temperaturas superiores a 90 grados". Es decir, esto apunta a que en el satélite hay respiraderos hidrotermales en las profundidades de su capa de hielo. "Nada diferentes de los que salpican el fondo del océano aquí en la Tierra", espetan.
Poco a poco, a la par que se sumaban nuevos datos de Encélado, los astrónomos han aumentado sus esperanzas con respecto al satélite. Linda Spilker, científica del Cassini, expresa que "nuestra comprensión de este entorno ha aumentado, incluida la columna de ventilación de su polo sur; sus hidrocarburos en la pluma; el océano salado global y respiraderos hidrotermales en el fondo marino".
Todos estos conocimientos, incide la experta, apuntan a una única dirección: "Existe la posibilidad de que Encélado albergue un mundo oceánico habitable. Hoy en día, los científicos planetarios lo consideran como un posible hábitat para la vida". Solo el tiempo dirá si esta teoría se materializa.
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