"El Sol se está despertando de su último sueño". Así ha anunciado la NASA en su cuenta de Instagram el inicio de un nuevo ciclo para la gran estrella. La agencia estadounidense ha explicado que el Sol alcanzó su mínimo en diciembre de 2019, lo que indica que desde entonces está inmerso en un nuevo ciclo solar, concretamente en el número 25.
A pesar de haber alcanzado este mínimo en 2019, los expertos lo han anunciado ahora a causa de la inestabilidad que caracteriza a la estrella. Según ha explicado la NASA, el cuerpo celeste registra un nuevo ciclo cada once años. ¿Cómo se sabe esto? Gracias a sus manchas, que aparecen y desaparecen en su superficie señalando su nivel de actividad.
La forma de actuar del sol sería algo así como una gráfica en la que cada ciclo describe una curva ascendente con su cresta (máxima actividad solar con más manchas) y su valle (mínimo de actividad con menos manchas). Así se puede observar en la siguiente imagen:
En este caso, los científicos de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EE.UU han anunciado que se aproxima una oleada de actividad solar durante los próximos años. Respecto a las características de este nuevo ciclo, los científicos estiman que, probablemente, el nuevo ciclo se parecerá mucho al anterior, desarrollado entre 2008 y 2019, que fue bastante tranquilo. Sin embargo, eso no significa que esté "exento de riesgos", detallan.
Consecuencias del nuevo ciclo en el espacio y en la Tierra
Como se ha señalado anteriormente, las manchas oscuras en el Sol están asociadas con su actividad, que puede "originar explosiones gigantes, como erupciones solares o eyecciones de masa coronal, que pueden arrojar luz, energía y material solar al espacio", explica la NASAen su página web.
Por este motivo, el nuevo ciclo del cuerpo celeste puede tener consecuencias sobre los satélites, las sondas espaciales y los propios astronautas del programa Artemisa. Pero también puede tener efectos en la Tierra. Por ejemplo, las erupciones pueden causar luces en el cielo, llamadas aurora, o impactar las comunicaciones radiales. En este sentido la agencia estadounidense advierte: "las erupciones extremas pueden incluso afectar las redes eléctricas en la Tierra".
A pesar de estos posibles y desastrosos efectos, no debe cundir el pánico: los científicos ya están preparados para estudiar el clima espacial y monitorizar el ambiente de radiación para proteger a ciudadanos y astronautas de posibles emergencias.
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