Se trata de la disfunción sexual masculina más común pero sólo uno de cada cuatro hombres que la sufre acude al especialista, a pesar de que si no se trata puede conducir a una disfunción eréctil reactiva, la segunda más habitual, o a la pérdida de orgasmo.
Afecta en mayor medida a hombres más jóvenes, aunque los datos de BMG demuestran que también puede suceder en pacientes más mayores. De hecho, uno de cada cinco tiene entre 46 y 55. Las causas de la misma explican esta prevalencia en la edad y se engloban en tres categorías: psicológica, orgánica y de aprendizaje.
El principal obstáculo a la hora de diagnosticar la EP es la vergüenza y el reconocimiento de los síntomas. Concretamente, los signos que pueden hacer sospechar su existencia son: que la eyaculación se produzca sin control antes de lo que uno mismo o la pareja quisiera; que se produzca antes o justo después de la penetración; si siempre se ha eyaculado con esta sintomatología o cuando es un cambio repentino.
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Hay que verificar antes de creer
No te creas todo lo que ves en tu móvil: así se propaga la desinformación a la que se da credibilidad solo porque proviene de contactos de confianza
La desinformación llena nuestros móviles. Primero, nos llega por WhatsApp y le damos credibilidad porque proviene de nuestros contactos. Después, esa información se viraliza en redes como TikTok, X o Facebook. Por ello, la labor de los verificadores es imprescindible.