Mujer cercana, de gran humanidad y que siempre demostró un particular sentido del humor, la soprano fallecida a los 85 años de edad empezó a forjar su mito cuando el 20 de abril de 1965 tuvo que sustituir en el Carnegie Hall de Nueva York a una indispuesta Marilyn Horne, recordándose desde entonces su interpretación de Lucrecia Borgia.
El prestigioso The New York Times llegó a resaltar que Montserrat Caballé era poseedora de una voz combinación entre las legendarias Maria Callas y Renata Tebaldi. De su voz se ha destacado que era plena, potente y bella, que estaba dotada de tersura, nitidez, pureza o suavidad, y que su timbre era iridiscente y tornasolado.
Además de en el Liceo, la Caballé fue habitual en los más importantes cosos operísticos, ya fuera la Scala de Milán, el Covent Garden de Londres, las óperas de París y Viena o la Metropolitan Ópera de la ciudad de los rascacielos.
Sin embargo, siempre se sintió especialmente unida al Liceo de Barcelona, donde cantó por primera vez el día 13 de abril de 1953, un año antes de finalizar sus estudios de canto en el conservatorio de la institución musical, aunque profesionalmente no debutó en el teatro operístico barcelonés hasta el 7 de enero de 1962, siendo aclamada por el público y la crítica.
Cuando, en 1994, un incendio devastó el teatro, cantó emocionada entre las ruinas, destinó 36.000 euros para la reconstrucción y nunca tuvo un "no" para una función en el coliseo de la Rambla.
Tampoco dejó pasar el 50 aniversario de su debut en ese escenario y el 3 de enero de 2012, apoyada en una muleta forrada de negro, vio como el teatro de las grandes ocasiones se rendía a ella, arropada por amigos como Josep Carreras, Joan Pons o Juan Diego Flórez, y su hija Montserrat Martí.
"Me siento ufana de llevar el nombre del Liceo por todo el mundo", había proclamado en más de una ocasión, y, de hecho, en 2002 se convirtió en la primera mujer socia del elitista Círculo del Liceo en sus 165 años de historia.
Al cumplir medio siglo en los escenarios, Caballé explicó que, para conseguir una extensa carrera como la suya, "necesitas que el cerebro funcione bien para saber qué cantar, desarrollar un repertorio adecuado para cada edad".
En su prolífica trayectoria, nada se le resistió y tanto interpretó "Così fan tutte", de Mozart, como "Norma" o "I puritani", de Bellini, como el repertorio verdiano, o las protagonistas de "Isolda" y "Sieglinde", de Wagner. "Tosca", "La Bohème", "Madame Butterfly" y "Turandot", el cuarteto de Puccini, también formaron parte de un repertorio que alcanzaba cerca de noventa personajes.
Luciano Pavarotti, Plácido Domingo, Josep Carreras, Jaume Aragall, Joan Pons o su propio marido, el tenor aragonés Bernabé Martí, cantaron a su lado en numerosas ocasiones.
Tampoco pueden olvidarse su actuación en la Casa Blanca en 1985 ante Ronald Reagan; el entrañable homenaje que le dedicó el madrileño Teatro de la Zarzuela tres años más tarde o la intervención al aire libre junto al cantante Freddie Mercury, con quien, en 1988, grabó el tema "Barcelona", que abanderó los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
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