La entrada de Amazon en el comercio on-line de libros hizo caer las ventas hasta un 50% en las librerías de pequeños pueblos. Esto, unido a la despoblación cada vez más acuciante y la falta de gente joven, hacia que el futuro pareciera evidente: el cierre.
Sin embargo, en localidades de Galicia, Castilla y León o los Pirineos abren librerías y resisten. El secreto está en que se convierten en el centro cultural y de ocio, contactan con el lector ante la frialdad del comercio on-line. Dan un servicio en lugares en los que incluso no hay ni bibliotecas.
Así, lo que hoy es todavía una antigua cabaña de aperos de labranza será mañana la librería de Paula Vázquez. En la aldea de Proendos, Lugo, será una librería en el entorno rural que nutrirá de lecturas a esa España vaciada y también lectora.
Y como Paula, Tamara Crespo dio un salto al vacío montando su 'Primera Página' hace ya siete años. Una librería que encontramos en Ureña, Valladolid, en un entorno ávido de lecturas.
La dueña de la 'LibreRía la Leona', Cristina Pérez Tejera, se encarga de buscar y rebuscar entre sus estantes y preparar a mano el envío de sus paquetes desde San Miguel del Arroyo, también en Valladolid. Y aunque hace envíos de libros de segunda mano, también las paredes de su librería sirven de refugio a los vecinos del pueblo que en ocasiones echan allí la mañana, entre charla y charla.
Ellas son el ejemplo de que no hay mejor algoritmo que el criterio de un librero. En este caso, libreras que conocen a la gente, conocen los libros que tienen y los pueden recomendar, que proporcionan propuestas de libros adaptados, y por eso, no temen al lobo feroz de las grandes multinacionales.
No son competencia, dicen, porque lo que hacen ellas es diferente, y porque igual de fácil es hacer un 'click' que escribirle a tu librero de confianza para que te envíe un libre. Y es que por muy España Vaciada que la llamen, en 24 o 48 horas son capaces de hacer llegar los pedidos.
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