El cine español está lleno de galanes. Sin embargo, galán, portero de fútbol, botones, boxeador y ascensorista solo hay uno, y es Ignacio Fernández Sánchez. Sin embargo, como decía que su nombre sonaba "poco artístico", eligió el de Tony, y usó el otro apellido paterno, Blanc, al que le añadió un sugerente 'Le' delante, por aquello de ser único.
Y fue tan único que incluso vino al mundo en el Museo del Prado, a ojos de Velázquez, Murillo o Zurbarán, tal y como él mismo contó en una entrevista en 1993: "Yo nací en el Museo del Prado de Madrid, en los tapices de Goya". Su padre era vigilante del museo y, ese día, su madre, "en estado de buena esperanza", fue a visitar a su padre y rompió aguas. Y así fue cómo nació Tony Leblanc, quien cumpliría este sábado 100 años.
Tony Leblanc hizo más de 100 películas, y toda su vida estuvo ligada al cine, del que tuvo que retirarse tras un accidente. "Hay que llevarlo lo mejor posible y reírse, aunque uno no tenga ganas", declaró en una entrevista.
En 1994, el actor recibió entonces el Goya de Honor de manos de Berlanga. "Llevo 11 años sin hacer cine y, de repente, la Academia se saca de la manga un Goya de Honor y me lo entrega", afirmó al recoger el premio.
Ni Berlanga ni Mercero consiguieron convencerle para volver al cine. Lo hizo Santiago Segura a finales de los años 90, con una colaboración especial en Torrente. "Mi risa es del pueblo y para el pueblo", manifestó en una ocasión. Y ahora el pueblo, 100 años después, sigue recordando su risa.