Construido en 1929, era el tren preferido de Alfonso XIII. En su mejor vagón, Franco viajó en 1940 hasta Hendaya para encontrarse con Hitler en una tensa reunión sobre la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial.
Ahora se encuentra en Almazán después de que el Estado lo comprara por 375.000 pesetas y el Museo del Ferrocarril se lo cediera a una asociación que reformó su interior en 2004.
Entrar en el vagón es viajar al pasado, y es que mantiene su distribución original con la habitación principal, el baño o la cocina. De hecho, poco faltó para que Franco cayera desde una de las puertas por las que aún se puede entrar, desde donde se despedía de Hitler antes de regresar a España.
El ayuntamiento quiere terminar la reforma y convertirlo en un reclamo turístico, pero necesitan 200.000 euros y una entidad que les financie. De momento, se resguarda del frío invierno de Soria en una nave a la espera de volver a circular, por lo menos, sobre los raíles de la historia.
Cinco años de 'El infinito en un junco'
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La autora de El infinito en un junco vuelve ahora con El inventor de viajes, otro libro que nació casi a la vez que su best seller y de la misma necesidad de viajar sentada en el sillón de un hospital.