'La leona' le llamaban dentro del mundo del rock and roll. Pero también era la reina, y claro, por encima de ella no había nadie. Por debajo, todos. Una de ellas, Beyoncé, que miró a Tina Turner como quien se mira en un espejo. En más de un momento, consiguió ponerse al nivel de ella.
Y es que Tina Turner inspiró a muchos artistas. Su chorro de voz y su movimiento hipnótico sedujo desde plebeyos a majestades. Satánicas majestades.
El baile más famoso del rock lleva años teniendo derechos de autor. Es Mick Jagger, sí, pero, por supuesto, también es Tina Turner. Los dos fueron grandes amigos y se influyeron el uno al otro. Porque Tina, brillaba y todo el mundo se quedaba prendado.
El embrujo de Tina
Fergie, la cantante de 'The Black Eyed Peas' quiso dedicarse a la música tras ir a uno de sus conciertos: "La vi cuando era joven con mi padre. Estábamos en segunda fila y me señaló. Quería ser como ella", reconoce siempre la artista cuando le preguntan por las cantantes que la influenciaron.
"La vi cuando era joven con mi padre. Estábamos en segunda fila y me señaló. Quería ser como ella"
De hecho, todo lo que Tina Turner tocaba, lo transformaba. Puede que 'The Best' sea su tema más icónico, pero, originalmente, fue de Bonnie Tyler. Lo sacó tres meses antes de que la propia Turner lo versionara y claro... ya saben con qué versión nos hemos quedado todos.
Mejorando el original
'Proud Mery' tampoco pertenecía a Tina, pero al escuchar esta versión, John Fogerty, el líder de la 'Credence Clearwater Revival' tuvo que claudicar. Nunca más fue su canción, fue de ella.
Porque Tina Turner fue todo: artista y maestra de vida. Fue la que nos enseñó que no tenemos que confundirnos cuando hablamos de amor y que en la vida no hay que llevarse a engaños, lo que hay, es lo que ves.
No, no necesitamos otra heroína, la teníamos y la tendremos con nosotros siempre, más allá de la Cúpula del Trueno.
Eran conocidos como los 'caras rotas'
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Los conocidos como 'caras rotas' eran despreciados por la sociedad, como se narra en El reconstructor de caras. Solo algunos, gracias al cirujano Harold Gillies, vivieron una segunda oportunidad.