Desde los años 50, fue el propio cine quien hizo suyo eso de que "no hay negocio como el mundo del espectáculo". Tras cada retraso, cancelación o cierre de salas por la pandemia de coronavirus, se resiente toda una potente maquinaria.
Las productoras son las primeras de la rueda. "Cuando llegó la pandemia nos pilló con cinco películas en preproducción que tenían previsto comenzar su rodaje en mayo", cuenta Mercedes Gamero, directora general de Atresmedia Cine. Finalmente, estas películas tuvieron que redarse con meses de retraso entre julio y octubre.
Después, entran en juego las distribuidoras. Su labor es dar a conocer esa película y que el público compre una entrada para verla. Si no existiese ese papel, la película saldría al mercado desnuda y el público no sabría identificarla.
Pero ahora el problema está en el tercer engranaje: las salas de cine. "No tenemos mucho producto porque los grandes blockbusters se están retrasando. No puedes lanzar una película si parte del mercado está cerrado", cuenta Agustín Llorente director de Ventas y Márketing de Kinépolis.
Si Hollywood no mueve ficha, el resto del mercado duda, dicen, y a ese miedo se añaden las restricciones sanitarias. "Los espectadores no saben si los cines están abiertos, los aforos, si hay que llevar mascarillas", añade Llorente.
El problema de uno es el problema de todos. Sin los cines las distribuidoras no existen y un sin fin de trabajadores de la industria, como taquilleras, acomodadores. Si nadie estrena, esa gente se va al paro.
a cadena no se entiende sin uno de sus últimos eslabones: la prensa. Se acaba, por ejemplo, cuando se cancela un festival de cine, que es el primer lugar donde los periodistas ven las películas, "donde las películas empiezan a coger un cuerpo", señala David Martos, director de Kinótico en Onda Cero. La función de los periodistas es situar a las películas en el panorama.
Productoras, distribuidoras, exhibidoras y crítica. Así funciona esta larga y poderosa industria del llamado 'business' (negocio en inglés), encargados de levantar el telón y hacer realidad el cine.
Eran conocidos como los 'caras rotas'
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