España se queda sin barrios. Al menos, en su sentido más tradicional, que ya es casi el de la nostalgia. No muchos años atrás, un barrio era aquella zona donde uno debía pararse varias veces para saludarse con sus vecinos, aunque de estos no se supiera ni el nombre –cortesía de calle–; un barrio era aquella zona que abogaba por el equilibrio y la sostenibilidad de los comercios locales, que no tenían mayor pretensión que el llegar a fin de mes; un barrio era aquella zona en la que los gritos a la salida del colegio llenaban de alegría, y no de ruido, plazas y parques cuando los más pequeños hacían uso de ellos.
En definitiva, un barrio era una suerte de burbuja frente a una realidad a menudo tan compleja como inabarcable. Donde solía imperar una ley diferente, porque allí todos se las sabían todas. Y funcionaba. Ahora, de los barrios, tal y como eran recordados, queda poco más que el nombre y algún que otro vestigio, si no han desaparecido directamente. Los culpables de esta transformación social y urbana –no existiendo la una sin la otra– hecha casi a ojo y que ha pervertido la concepción de lo cotidiano entre la clase trabajadora tienen nombre propio: la gentrificación y la turistificación.
Así lo denuncia'Tetuaneros', documental dirigido y guionizado por la periodista Verónica Pérez Granado. En él se expone el trabajo de numerosas asociaciones vecinales y colectivos para evitar la exclusión de los residentes del madrileño barrio de Tetuán por este nuevo modelo de urbanización no apto para todos los bolsillos. Esto es, para evitar la expulsión de quienes luchan por mantener la esencia de su hogar y su entorno intacta frente a la reconversión de los barrios en escaparates dedicados al ocio y consumo de marca e impostado; la transición hacia la tendencia, que no lo atractivo. Todo, desde un punto de vista tan crítico como constructivo.
El precio del alquiler en Madrid ha crecido un 42,2% en los últimos cinco años
En el largometraje de Pérez Granado, Tetuán se convierte en el reflejo de escenas ya normalizadas en un gran número de barrios de España, relacionadas con las consecuencias inmediatas de la gentrificación. Un fenómeno que, a partir del uso de plantillas calcadas para la remodelación de casi cada barrio de España en los últimos años, ha ido minando la identidad de los mismos. 'Tetuaneros' invita a reflexionar sobre la utilidad real de esta transformación del territorio para con la convivencia vecinal. Porque en el documental no sólo se muestra el desplazamiento de los habitantes de Tetuán –que bien podrían ser los de cualquier zona del país– con menor poder adquisitivo como consecuencia de la pseudomodernización del barrio.
También se critica el deterioro de la habitabilidad de la zona en pos de la imagen, sin atender siquiera al contexto socioeconómico en el que se lleva a cabo esta remodelación. Así, los intentos por 'actualizar' la arquitectura de un barrio en un plano puramente estético sin analizar las necesidades reales del mismo, y sin tener en cuenta la cruenta crisis que ha atravesado España en los últimos años, han dejado en muchas ocasiones un paisaje lleno de descampados y espacios vacíos sin ninguna utilidad, así como una puesta escena estructural que ni mucho menos invita al desarrollo de lo cotidiano.
Con Pérez Granado, los vecinos de Tetuán se abren a mostrar preocupaciones propias de una edificación tachada de ineficaz y deficiente: el miedo a ser desahuciados por el abusivo incremento del precio del alquiler en Madrid (ha crecido un 42,2% en los últimos cinco años), o, en consecuencia, el miedo a no recuperar una vida digna tras ser desalojados a la fuerza de sus casas (aunque el número de habitantes en Tetuán ha crecido desde 2010 por el valor de la vivienda en otros distritos del centro, ha disminuido el número de extranjeros que conviven en dicha área, según datos del padrón municipal).
Entre ellos se da también la tristeza al mostrar que ya no existen zonas y calles pensadas para niños, sino para adultos, y a las que los más pequeños acceden bajo múltiples restricciones y reproches que les impide crecer interactuando con su entorno; el temor a que el negocio que sustenta a una o varias familias quede reducido a la nada por la invasión de comercios de moda que proponen precios irrisorios y contra los que no se puede competir; la indignación por la presencia de casas de apuestas y comercios similares acusados de lucrarse de la desesperación de quienes menos tienen; el rechazo al abandono de aquellos que llegan a España en busca de un futuro y acaban siendo marginados por el desconocimiento. Estas circunstancias componen una burbuja homogénea que se repite y expande como un virus por todo el país, y a la que, sin embargo, muchos quieren combatir.
Un huerto urbano como sinónimo de revolución
Frente a las fórmulas que propugna este modelo gentrificador, que irónicamente es resultado de entender la reurbanización de una zona como un modelo de negocio, Pérez Granado ejemplifica la necesidad de reconquistar esos espacios de titularidad municipal recogiendo con la cámara la construcción de un huerto urbano, iniciativa vecinal que sólo ha contado con los recursos prestados por los propios vecinos, en un solar abandonado que hacía las veces de aparcamiento para coches.
En este terreno, adultos y niños trabajan y colaboran para poner en marcha no solo un nuevo punto verde en Tetuán donde cultivar todo tipo de plantas, hortalizas y frutos. También supone la resignificación de ese espacio como un lugar de acogida por y para miembros de la comunidad que buscan recuperar esa idea de barrio que les ha sido arrebatada. Un concepto, el de iniciar una revolución social a partir de un pequeño huerto, la 'Huerta de Tetuán', que se va extendiendo a medida que crece la ayuda vecinal para su construcción y se amplía su uso con diferentes iniciativas. Allí no solo se cultiva; también se celebran verbenas, actividades para mayores y menores y hasta sesiones de cine para toda la familia.
'Tetuaneros' reclama una transformación de espacios deteriorados, sí, pero en beneficio de sus habitantes, y no sólo por el beneficio económico. Funciona como una llamada de atención para reactivar pequeños comercios desaparecidos por la recesión o por las grandes compañías, para reorganizar dichas áreas en lugares habitables donde desarrollar la imprescindible labor de lo cotidiano. Para rescatar la esencia de lo que una vez fueron barrios llenos de vida, cada uno a su manera.