A principios de diciembre una vecina que paseaba por el cementerio de Beit Shean vio una pequeña cabeza de piedra asomando del barro, según informó un comunicado oficial de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI).
La mujer, su marido y un equipo del AAI desenterraron juntos un busto y, mientras trabajaban, encontraron otro al lado.
El jefe adjunto de la unidad de Prevención de Robos de la AAI, Eitan Klein, indicó que los dos bustos son de estilo oriental, cada uno pesa 30 kilos, están hechos de piedra caliza y los data en el período romano tardío (siglos III-IV después de Cristo).
En aquella época, en Beit Shean había una población diversa, según el arqueólogo, que incluía a romanos, cristianos, judíos y samaritanos. Por la prohibición judía de reproducir imágenes humanas, Klein especula que los bustos no eran ni de judíos ni de samaritanos.
"Estos bustos, hechos de caliza local, muestran características faciales únicas, detalles en la ropa y de peinado", declaró Klein. Por lo menos uno de ellos representa a un hombre con barba. "Este tipo de bustos se colocaban cerca o dentro de una cueva de enterramiento y probablemente fueran una representación del fallecido en líneas generales", explicó.
El inspector de la misma unidad de la AAI Nir Distelfeld valoró el descubrimiento como de "gran importancia" y aprovechó para agradecer a la vecina que los encontró, quien recibirá un certificado de apreciación. Además pidió a la ciudadanía que esté atenta, ya que con las lluvias es frecuente que tesoros arqueológicos queden al descubierto.