"Pamplonesas, pamploneses, irundarrak, viva San Fermín, gora San Fermín", han sido las palabras pronunciadas por Ibai Ganuza y Leire Zabalza, los encargados de prender la mecha que ha dado inicio a nueve días de fiesta ininterrumpida.
En ese momento ha estallado la emoción en la plaza, donde, desde horas antes, han comenzado a congregarse miles de personas vestidas de blanco, haciendo caso omiso a llamamientos en otro sentido realizados por las redes sociales en protesta por las agresiones sexistas, unas iniciativas rechazadas por los colectivos feministas y movimientos populares navarros.
Las autoridades e invitados reunidos en el Ayuntamiento se han sumado igualmente a la fiesta, también de blanco, cantando y bailando en los balcones de la Casa Consistorial, donde todos al unísono y tras los vivas a San Fermín se han colocado los pañuelos rojos al cuello, símbolo evidente de que las fiestas han comenzado.
En la Casa Consistorial este año no ha ondeado la ikurriña debido a las resoluciones judiciales que anulan su colocación en los ayuntamientos navarros, pero sí se ha colocado un mástil vacío para, en palabras del alcalde, Joseba Asiron (EH Bildu), representar a las identidades que "todavía hoy no pueden verse reconocidas".
Sí se ha visto alguna ikurriña, junto con banderas de Navarra y otras enseñas, en la plaza, donde también ha habido pancartas en contra de la dispersión de los presos.
Entrevista a Irene Vallejo
Cinco años de 'El infinito en un junco', el éxito inesperado de las letras españolas que nació en un hospital
"Vivía a través de los libros lo que no podía permitirme en la vida real", nos cuenta Irene Vallejo. Su gran obra, de la que se han vendido más de un millón y medio de ejemplares, la escribió en un hospital mientras curaban a su hijo recién nacido.