Lo hacen con tanta facilidad que lo prodigioso parece sencillo. Pero es porque no vemos los ensayos, donde perfeccionan a base de caídas, mejoran con cada golpe y superan los tropiezos.
Baisa, artista en el espectáculo Kooza, explica que cuando entras en el Circo del Sol "tienes que mantener tus habilidades y tu cuerpo siempre en un nivel alto".
La calve de ese alto nivel del Circo del Sol está en cómo entrenan en su sede central en Canadá. Cada vez que un artista practica su número, una cadena de profesionales trabaja a la vez con él.
Primero, un especialista en seguridad, que coloca cuerdas y claves. Un segundo técnico los maneja, para que siempre tengan la tensión adecuada. En el número tres, el entrenador particular de cada acróbata, que se encarga de diseñar los movimientos.
También, el equipo audiovisual que grava para que puedan ver sus propios fallos. Y por último, las directoras del espectáculo que evalúan y piden mejoras. Toda esa gente trabajando, durante días, durante meses, hasta que la excelencia llega.
Pero mientras unos practican la perfección, el resto de ellos practican la torpeza. El entrenamiento de los payasos del Circo del Sol es igual de exigente. Pasan meses en los talleres de Montreal preparando sus personajes. Cada caída, cada bofetón.
Uno de los payasos, Miguel Berlanga, enseña al equipo de laSexta el truco de la torta falsa. Antes del Circo del Sol era un desconocido actor en un parque de atracciones, pero le eligieron entre miles de candidatos de todo el mundo, y ahora se encuentra en la élite del espectáculo.
"Tienes que tener los pies en el suelo, porque cuando consigues un sueño así, además por casting, desde la nada, es muy gratificante", cuenta Berlanga.
Ahora, su trabajo es pasar de la alegría total a llorar lágrimas desconsoladas en solo cinco segundos. Aunque el reportero de laSexta intenta imitarle, no resulta nada fácil.