El icono de la moda, que nunca quiso revelar su fecha exacta de nacimiento aunque se baraja que fue el 10 de septiembre de 1933, se encontraba hospitalizado en un centro parisino, aunque las fuentes apuntaron a que había registrado una ligera mejoría antes de su fallecimiento.
La salud de Lagerfeld se había degradado en los últimos meses y en enero pasado el modisto ya no apareció, como era habitual, en el último desfile de alta costura que firmó para Chanel en la pasarela de la capital francesa. Su rostro, siempre escondido tras unas gafas oscuras, y su eterna melena canosa, dejaron de aparecer en los actos públicos de la sociedad francesa, lo que disparó los rumores sobre su estado de salud.
Nacido en Hamburgo pero instalado en París desde los años 50, Lagerfeld creó su propio estilo, inconfundible, para abrirse un espacio propio entre las leyendas de la moda y era considerado por muchos como uno de sus grandes iconos.
Vestido siempre de traje negro, la mayoría de las veces con camisa blanca y tocado con alzacuellos, su acento alemán no le impidió convertirse en un personaje mediático en Francia, habitual de los estudios de televisión y también de numerosas campañas humanitarias.
Pero fue sobre las pasarelas donde desplegó su talento, renovador y poderoso. Trabajó para Pierre Balmain, Jean Patou y Chloé, antes de colaborar para la casa italiana Fendi, que en 1965 le convirtió en su director artístico, puesto desde el que en 1983 saltó a Chanel, donde forjó su leyenda.