Desde los francotiradores apostados en las inmediaciones del Malmö Arena hasta la expresión rígida de los 'eurofans' cuando se pone sobre la mesa la palabra Israel, Eurovisión 2024 ha visto cómo la cruenta ofensiva en Gaza no ha desviado su curso, pero sí ha destapado muchas de sus costuras.
Uno de los principios de este festival en sus 68 ediciones y ahora más cuestionado que nunca es que se trata de un encuentro "apolítico" de carácter musical. "Unidos por la música", reza de hecho el eslogan de este año. "Tratan de mantener esta fachada de que no hay mensajes políticos, pero en realidad Israel se está anotando muchos puntos políticos con su participación y, claramente, lo de aludir al apoliticismo es un acto político en sí mismo", opina a EFE Adam Stund, de la asociación Allt åt alla (Todo para todos).
Lo comenta durante una pequeña protesta silenciosa con banderas palestinas en la estación central de Malmö, apenas seis activistas y casi el mismo número de policías para vigilar. El refuerzo de la seguridad es evidente en algunos puntos cruciales de la ciudad, tercera urbe sueca, con unos 360.000 habitantes, que luce avenidas cortadas, arcos de seguridad en hoteles y buzos que examinan los canales.
Malmö destaca por su diversidad demográfica y cultural, con una importante presencia de población de origen árabe. Medios israelíes la tildan desde hace años como la ciudad más antisemita de Europa, apoyados en las denuncias recurrentes de la colectividad judía.
Esa imagen se ha amplificado en las últimas semanas y las autoridades de Israel han elevado el grado de alerta para los viajeros que acudan a la ciudad ante la posibilidad de que grupos islamistas lleven a cabo un ataque, mientras la comunidad local judía ha denunciado un aumento de los episodios antisemitas.
Ya la semana pasada, según el sitio de noticias israelí 'Ynet', el jefe de la agencia de seguridad Shin Bet de Israel, Ronen Bar, realizó un viaje "muy inusual" a Malmö para coordinar la seguridad de los participantes de Israel ante posibles "provocaciones" de 'eurofans' contra su representante, Eden Golan, que cantará este jueves en la segunda semifinal.
Su ostracismo no pasa desapercibido. No participó en ninguna de las fiestas promocionales que se celebran por Europa en los meses previos y varias delegaciones de otros países han señalado a EFE que en estos días tampoco han tenido apenas contacto con ella. Ni siquiera participó en la ceremonia de apertura del día 5, justificándolo con que estaba en un acto por el Día en Recuerdo del Holocausto.
La UER se ha mostrado firme en su decisión de mantener a Israel en el concurso, pese a quienes ven un agravio comparativo con el caso de Rusia, expulsada en 2022 tras la invasión de Ucrania. "Su suspensión se debió a las violaciones persistentes de sus obligaciones como miembros de la UER", justificó. "La relación entre (la televisión israelí) 'KAN' y el gobierno israelí son drásticamente diferentes, con el gobierno israelí tratando de cerrar la cadena pública en los últimos años", insistió la UER.
Cierto es también que el comité organizador rechazó las dos primeras canciones presentadas por sus referencias políticas a los atentados de Hamás del pasado octubre. Su propuesta definitiva, 'Hurricane', es una metáfora sobre la capacidad de resistencia frente unas inclemencias de naturaleza ambigua.
Varias fuentes alegan sin embargo "razones económicas y geopolíticas" para mantener a Israel. El diario 'La Marea' asegura que el principal patrocinador de Eurovisión, una conocida marca de cosméticos, fue fundada en Israel en 2007. Ante las puertas del Malmö Arena, el entusiasmo entre los 'eurofans' se sobrepone a sus opiniones particulares.
Ninguno de los encuestados por EFE ve diferencias notables respecto a otras ediciones, pero se repite un patrón: su súbito rictus de seriedad al mencionar la palabra 'Israel' e incluso su negativa a identificarse. Y para este jueves se ha convocado una gran manifestación que prevé reunir a 20.000 personas en el centro de Malmö, lejos del Malmö Arena, a favor de la exclusión de Israel.
Este martes, una de las estrellas de su primera semifinal, el suecopalestino Eric Saade (tercero en la edición de 2011) decidió mostrar un pañuelo palestino durante su actuación. Un gesto censurado por Ebba Adielsson, productora ejecutiva del festival, en declaraciones a los medios suecos, mientras que la UER, lamentó que Saade "haya optado por ignorar el carácter apolítico del evento".
"Ese pañuelo me lo dio mi padre cuando era un niño pequeño, para no olvidar nunca de dónde venía nuestra familia. No sabía que un día lo llamarían 'símbolo político'", respondió el aludido. Pocas horas antes, un joven con la bandera palestina y el rostro cubierto se dejaba ver ante las puertas del Malmö Arena: "Ahora mismo se está produciendo un ataque sin precedentes en Rafah y hay un gran riesgo de que Eurovisión blanquee las denuncias sobre limpieza étnica y genocidio (...). Se llama a Eurovisión 'unidos por la música', pero es lo contrario, está todo muy dividido ahora mismo".