El CSKA de Moscú es el equipo del ejército ruso. Es habitual ver a sus aficionados con gorros como los que portan los soldados de Rusia. Y en plena invasión de Vladimir Putin sobre Ucrania, su futuro está más en el aire que nunca. Su presidente, Andrei Vatutin, así lo ha reconocido.
"Podremos jugar en Europa la próxima temporada? Tenemos derecho a hacer esta pregunta, pero es poco probable que haya un directivo o un organismo que sepa la respuesta. El escenario es impredecible y todo está ligado a esto: el presupuesto, la plantilla, el cumplimiento de las obligaciones, la existencia del club en un futuro próximo", ha dicho en 'Match TV'.
Denuncia "la rusofobia": "Considerando la rusofobia en Europa, es difícil imaginar que un equipo que lleva el nombre del club deportivo del ejército ruso pueda jugar ahora en los pabellones de todo el continente".
"Me gustaría esperar a que haya algo de claridad, aunque no sea definitiva, pero sí que permita tomar algunas decisiones. Estamos listos para cualquier opción, pero lo principal es saber en qué competición jugar y qué presupuesto manejar. Hasta entonces todo está paralizado porque es una tontería asumir cualquier compromiso a largo plazo", ha señalado.
La posibilidad de que los equipos rusos regresen a la competición en campo neutral es algo que se ha contemplado para el futuro, aunque no inmediato: "En la época soviética nuestros clubes jugaban en algún momento en campos neutrales contra el Maccabi, pero solo uno o dos partidos, no toda la temporada. ¿Sacrificar los intereses de los aficionados para mantener un puesto permanente en la Euroliga? No estoy seguro de que sea correcto".
Son varios los jugadores que han abandonado el equipo: Daniel Hackett, Iffe Lundberg, Toko Shengelia, Joel Bolomboy, Johannes Voigtmann y Marius Grigonis. El presidente se ha referido a ellos: "Los términos de los contratos permiten mantener a cualquier jugador en el club con la ayuda de sanciones y multas, o perjudicando su futura carrera tanto como sea posible. Podríamos ir a los tribunales, pero sería una pérdida de tiempo, de dinero y una incertidumbre innecesaria. Si alguien no quiere jugar, no puedes obligarle".
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"Nuestros aficionados han tratado a los jugadores extranjeros con cariño y respeto, considerándolos parte de la familia. Me cuesta entender que Tornike mencione amenazas a su familia en Moscú porque Shengelia, algunos jugadores lituanos y polacos de equipos rusos y sus familias recibieron amenazas por teléfono y en las redes sociales. Obviamente, revelar los países que los amenazan no es conveniente en este momento. Quiero dejar claro que Tornike no nos ofendió", sentenció.