Conmocionado salió del campo Luke Boyle, y no es para menos. El bateador de los Yankees recibió un brutal bolazo en toda la cara a una velocidad aproximada de 146 kilómetros por hora, tras el cual apenas podía mantenerse de pie.
El impacto fue bestial, en una zona cercana a la mandíbula que duele con tan solo verlo, y es sorprendente que incluso pudiera seguir consciente. Se ve que los jugadores de béisbol están hechos de otra pasta.
Mucho cuidado hay que tener incluso si no se está dentro del terreno de juego. Una niña de dos años se fracturó el cráneo después de recibir el impacto de una bola. El jugador, Almora, estaba desolado.