El polémico "hiyab" (velo islámico) deportivo que una conocida cadena iba a comercializar en Francia no saldrá finalmente a la venta en este país, después de las amenazas de boicot recibidas y la avalancha de críticas en sus tiendas y redes sociales.
Todo sucedió en cuestión de horas: la compañía Decathlon anunció este martes que iba a ofrecer ese "hiyab" en Francia, algo que ya realiza desde hace unas semanas en Marruecos.
"Es un producto destinado a la práctica deportiva, con tejido transpirable y reflectante. Decathlon ha decidido que esté disponible para que las mujeres, sea cual sea su origen, lo puedan usar si así lo desean", dijo el responsable de Comunicación de la firma, Xavier Rivoire, para explicar la decisión.
"Traicionáis los valores de la República francesa, avergonzáos"
Pero su comercialización se vio sometida desde que se hizo pública al ataque frontal de la clase política y de muchos consumidores, que manifestaron su intención de no volver a comprar en esa cadena. Apenas unas horas después, a las 18.00 hora local (17.00 GMT), el propio Rivoire anunció en la emisora de radio "RTL" que el grupo daba marcha atrás.
"Tomamos efectivamente la decisión, en toda responsabilidad, de no comercializar en este momento el producto en Francia", señaló el portavoz. En sus redes sociales, Decathlon denunció que desde la mañana del martes hacían frente "a una oleada de insultos y amenazas sin precedentes".
Según el grupo, su servicio de atención al cliente recibió en apenas unas horas más de 500 correos electrónicos y llamadas protestando por la medida. Aún más lejos, aseguraron que algunos empleados de sus tiendas habían sido amenazados "a veces físicamente".
Y colgaron en su cuenta de Twitter uno de los supuestos ejemplos de amenazas recibidas: "Traicionáis los valores de la República francesa. Avergonzáos. Contribuís a la invasión islamista. Acabaréis junto a esta chusma en los hornos en Polonia". Y finalizaban pidiendo calma a todo el mundo y que cesen las amenazas verbales o físicas.
Un gran debate
El enorme revuelo desatado en un país con una tormentosa relación con el velo había sido propagado por la intervención de diferentes responsables públicos, que se significaron en contra de su venta y llamaron al boicot. "El deporte emancipa, no somete. Mi elección como mujer y como ciudadana será no volver a confiar en una marca que rompe con nuestros valores", indicó en Twitter Aurore Bergé, portavoz del partido gubernamental La República en Marcha (LREM).
La ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, recordó que aunque el velo islámico está permitido por la ley, representa "una visión de la mujer" que dijo no compartir, y apuntó que, personalmente, no defiende "que se favorezca la diferenciación entre hombres y mujeres".
Más críticos se mostraron otros como los conservadores Los Republicanos, que vieron "una nueva señal de la sumisión al modo de vida islamista" o la ultraderechista Agrupación Nacional de Marine Le Pen, que cargó contra el "desarrollo exponencial de las reivindicaciones y la dimensión identitaria de una religión".
La polémica sobre este tipo de prendas en Francia, donde la multinacional estadounidense Nike también las comercializa, no es nueva. El veto al "burkini" (bañador que cubre el cuerpo entero) se extendió en playas del país en el verano de 2016 y la Justicia intervino para determinar que su prohibición solo podía justificarse si había una amenaza confirmada contra el orden público.