El triunfo de la fe. El de la ilusión. La victoria de la estrella. De la del cielo, con Maradona presente en alma y espíritu en Qatar. Y de la que ya luce Argentina. De la nueva estrella, de la tercera, que Argentina luce ya en su pecho. De la conquistada en el Mundial de Qatar. De la conquistada en el Mundial de Leo Messi.
De la que ganaron ante Francia, en una final en la que once argentinos salieron al campo pero parecían ser más. Ser muchos más. No uno más. No dos más. Sino millones más. Millones por todo el aliento que la hinchada de la Albiceleste dio a los suyos desde Argentina. Desde cada calle de un país que esperaba ansioso ver al combinado sucesor de aquella campeona del mundo de 1986.
Los argentinos, con Scaloni de capitán y Messi de líder, pasaron por encima de Francia con y sin balón. Parecían ser ellos los que llegaban con la experiencia de la final de hace cuatro años. Parecía, directamente, que llevaban jugando finales de Mundial día sí y día también.
Di María, ángel de Argentina
No solo no les pesó la 'presión' que podía haber con toda la gente que tras ellos habría, sino que fue justamente al revés. Fue como esa brisa de viento que te empuja. En el caso de Argentina fue, directamente, una ráfaga. Un vendaval. Uno que desarboló a Francia.
Di María, principal novedad del once de Scaloni, volvió completamente loco a Koundé. También a Dembélé. Ousmane, que no ha vivido ni mucho menos el torneo soñado, cometió penalti en el 23' sobre el propio Ángel. Discutido, pero le traba. Suficiente para señalar pena máxima.
Messi marcó, y luego intervino en un 2-0 que era cuestión de tiempo. De tiempo y de calidad, la que demostraron tener los argentinos en un contragolpe de manual que rozó la perfección. Siete toques, con Nahuel, Mac Allister, Julián y Leo en acción. Di María superó a Lloris, y el encuentro estaba más que encaminado.
Doble cambio en el 40'
Tal era la frustración de Francia que Deschamps hizo dos cambios en el 40'. Antes del descanso, Giroud y Dembélé se fueron para que entrasen Kolo Muani y Thuram. Pero no, no dio el resultado que sí dio ante Marruecos.
Valga el resumen de la primera parte de Francia ver cada dígito de Mbappé en ese momento. Once intervenciones, cero remates a puerta, cero remates en general, cero regates y cero duelos ganados. Sí, los 'bleus' suspendían de forma clara mientras que Argentina rozaba ya el sobresaliente.
La intensidad prácticamente dio pocas opciones a cualquier galo con el cuero. Griezmann ni apareció, y con cada futbolista que entraba en contacto con la bola había dos, o tres, argentinos junto a él.
Mbappé, ahora sí
Pero todo puede cambiar en segundos. En el 80', de hecho, no solo es que el duelo fuese 2-0 sino que estaba más cerca el tercero. Mac Allister parecía un semidios en Qatar, y todos los duelos, rebotes y rechazos iban para uno vestido de albiceleste. Pero un penalti lo cambio todo.
Otamendi agarró a Kolo Muani y el delantero cayó en el área. Penalti. Gol de Mbappé. Argentina acusó el golpe, y Messi perdió un balón crucial en mediocampo. Kylian, su compañero en el PSG, finiquitó la acción con un remate preciso y potente que batió al 'Dibu' Martínez.
A la prórroga. Ahí salió Lautaro, que tuvo dos ocasiones claras que no supo remachar a gol. Pero de nuevo Argentina estaba encontrando más el camino al área de Lloris y fue Messi, quién si no, quien batió al arquero de Francia. En una jugada confusa, con un fuera de juego que rompió Varane y con Koundé despejando cuando el cuero ya estaba dentro.
Francia se rehace... y a los penaltis
Se hizo esperar la confirmación del gol, y los argentinos lo celebraron por partida doble... y Mbappé por partida triple al anotar, de nuevo, desde el punto de penalti el empate con el que se llegó al final de la prórroga.
Todo se decidió desde los once metros, y donde Francia lloró, Argentina ganó. Fallaron Coman y Tchouameni, el primero con paradón del Dibu, y la Albiceleste no erró lanzamiento alguno.
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Ya tienen su estrella. Ya tienen su tercera estrella. Y Messi, por fin, ya tiene su Mundial.
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