Mijaíl Gorbachov, recientemente fallecido a la edad de 91 en una Rusia inmersa en un conflicto bélico contra Ucrania -situación contraria a la que él dejó tras abandonar el Kremlin-, tuvo una enorme influencia en el panorama político-social a finales del s.XX que tuvo su injerencia directa en el fútbol.

Impulsor de la conocida 'Perestroika', una reforma para liberalizar la economía con políticas aperturistas, tuvo un papel protagonista en la caída del Muro de Berlín, la unión de las dos Alemanias y, por último, la disolución de la URSS en 1991.

Hasta entonces, los futbolistas soviéticos tan solo podían jugar en Europa del Este, pero el cambio político derivó en una ruptura del 'Telón de Acero' existente en el deporte y los jugadores pudieron explorar nuevos destinos.

España fue uno de sus favoritos ya que representaba la antítesis social de lo que se había vivido hasta la fecha en la URSS.

Clima, gastronomía, libertad... muchos ingredientes de la marca España hicieron que las estrellas del fútbol soviético dejaran equipos como el Dinamo de Kiev, el CSKA de Moscú o el Spartak para recalar en LaLiga.

De hecho, de los 23 futbolistas que integraron el combinado ruso en el Mundial de 1994 en Estados Unidos, 12 jugaron en España.

El primero fue el mítico portero Rinat Dasáyev, que aterrizó en Sevilla. Valeri Karpin (Real Sociedad, Valencia y Celta), Aleksandr Mostovói (Celta y Alavés), Ígor Kornéyev (Espanyol y Barcelona), Oleg Salenko (Logroñés, Valencia y Córdoba) e Ígor Lediakhov (Sporting y Eibar) fueron algunos de los que le siguieron.

Ahora, 30 años después, también se está viviendo un exilio de futbolistas, pero no por el aperturismo que propició Gorbachov, sino por el oscurantismo que está promulgando Putin. Como dice el proverbio, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.