Xavi se jugaba mucho ante el Atlético. No solo ganar a un rival directo, sino hacer ver que su estilo es mejor. Que su forma de ver el fútbol puede con la que tiene Simeone. Que su Barça, su recién estrenado Barça, puede batir al cholismo. Y sí, lo hizo. Lo hizo a la perfección. Lo hizo con un primer acto que puede ser, que es, el mejor desde que él está en el banquillo y con un final que marcó un 4-2 en el luminoso.
Un final que marcó un duelo que comenzó a jugarse en la rueda de prensa. Que fue ante los medios, antes del pitido inicial, cuando empezó. Entre dimes y diretes, entre el 'y tú haces esto'o 'tú dijiste esto otro'. Así, con los estilos, con las formas de entender y de interpretar el fútbol. Con todo, un día antes sobre el mantel de la mesa para un menú que fue de esos que gustan a todos... menos, posiblemente, a los técnicos más tácticos.
Y pudo no serlo, porque el Atlético se puso por delante a los siete minutos gracias a un tanto de Yannick Carrasco. Sí, lo que no quieren nunca que suceda ante Simeone sucedió. O, más bien, lo que no querían que sucediese. Porque ahora, en este equipo, en este Atleti, empezar ganando no es sinónimo de absolutamente nada.
El Atleti se adelanta... y encaja dos goles en minutos
A los dos minutos del gol del belga, y con varios protestando una supuesta falta a Koke, llegó el golazo de Jordi Alba. La pegó como tenía que hacerlo, y su remate, quizá en semifallo, fue perfecto para una parábola imposible para Jan Oblak.
Desde ahí, el viento soplaba a favor del Barça. El Atlético, vendido. Ni atacaban ni defendían. Adama Traoré reventó tanto a Mario Hermoso que al final uno de sus centros y una de las muchas roturas de cadera del defensa acabó en cabezazo de Gavi directo a las mallas.
Aún ya estando detrás en el marcador, el Atleti, el Atleti del Cholo, no dio ni un paso hacia adelante en su presión. El Barça tocaba a placer, llegaba antes a todas las jugadas... El Barça apabullaba, arrollaba y se divertía ante su rival. Por aquí, por allá. Por cualquier lado. Eran imparables.
El Atleti era una fiesta. Quizá no les hizo efecto el café, o ni se lo tomaron. Quizá ni se dieron cuenta de que el partido se estaba jugando. Porque de saberlo no se explica lo que pasó en el 3-1. Piqué remató sin problemas de cabeza. El balón, al palo... y luego, dos, ojo, dos remates de dos jugadores diferentes del Barça. Gol de Araujo.
Joao, señalado... y Alves expulsado
A saber qué le pasaría por la cabeza a Simeone, que en el descanso sacó a Wass, que terminó lesionado, por Vrsaljko. No sirvió. Por la banda del danés llegó otro centro lateral y el tanto de Dani Alves. Ya eran cuatro, y quedaba toda la segunda parte.
Tres cambios, a la desesperada. Correa, que nadie sabe por qué no juega de titular, Cunha y Reinildo. Fuera, Mario Hermoso, Lemar y un Joao Fëlix que está más fuera que dentro de la idea de Simeone. Ahí el Atlético, quizá sin miedo, apretó. Marcó Suárez, pero con la roja a Alves se acabó la reacción.
En el apartado positivo, si es que alguno hay, es que cuando quisieron, cuando se liberaron del 'defensa, defensa, defensa' pusieron en apuros a un Barça que se parapetó atrás. Sin embargo, durante una hora de partido fueron un mero espectador del juego del Barça.
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Lección de Xavi al cholismo
Así pues, victoria azulgrana para asaltar los puestos de Champions League y para infringir una derrota que duele mucho, muchísimo, en el Atlético. Por cómo fue por ante quién fue. Porque en juego no solo estaban los tres puntos. En juego estaba una idea. Y la idea que se impuso fue la de Xavi Hernández.