En un balón dividido, un jugador queda tendido y el portero despeja el balón hacia la otra mitad del terreno de juego. Es entonces cuando, mientras la defensa rival reclama atención médica para su compañero, un delantero del otro equipo controla y marca.
En ese momento, todo el equipo se lanza a correr detrás de él y se desencadena una brutal batalla campal que involucró a jugadores y cuerpo técnico de ambos equipos, con el cuadro arbitral totalmente desbordado por las circunstancias.
El jugador, tras hacer un alarde de juego sucio, ni se molestó en preguntar por el estado físico del rival, lo que a su vez desencadenó otra pelea que terminaría con cuatro expulsados y una trifulca de 15 minutos.