Era su lugar natural tras retirarse prematuramente por culpa de una hepatitis. Con su facilidad de palabra, Jorge Valdano cruzó fácilmente la frontera entre el futbolista y el medio de comunicación. A eso se dedicaba a finales de 1989 cuando concertó una cita con Carlos Bilardo, seleccionador argentino, con el que ya había conquistado el Mundial de México. "Dame seis meses de tu vida y yo te doy un Mundial", fue la grandilocuente frase que trascendió. En su momento se asemejó a una sentencia de película, pero treinta años después Valdano le otorga casi literalidad. "Más o menos fue así, sí", recuerda. Cuando atiende la llamada de este medio, Valdano sonríe ("ah, aquello") y casi sin respiro comienza el apasionante relato de una aventura con final amargo.
El primer encuentro
En un restaurante de Madrid se sientan tres hombres a la mesa. Jorge Valdano, Carlos Bilardo y otro campeón del Mundial 86, Jorge Burruchaga. Valdano recuerda muy bien la conversación: "Tengo el Mundial en la cabeza, pero me falta un 'Valdano' para completar la lista, me dijo Bilardo. A lo que yo respondí que había muchos jugadores que podían hacer mi papel. Pero insistió: me falta un 'Valdano', me falta un 'Valdano'…". El asunto quedó ahí hasta que poco después volvieron a encontrarse. Lo que había sido una sugerencia se convirtió en una proposición en firme con la ya famosa frase de los seis meses de trabajo y el premio de un Mundial. "Dudé", reconoce Valdano ahora. "Estaba con mucha actividad en los medios de comunicación, pero alguien me dijo: tú siempre haces lo que corresponde, ¿por qué no haces por una vez en la vida lo que sientes?"
La aventura
Valdano comenzó entonces la peripecia de su vida. "Me fui a Buenos Aires y le entregué los seis meses a Bilardo". De su relato se desprende la dureza del intento. Entrenó en solitario y con un preparador físico, incluso el propio Bilardo fue personalmente a supervisar su puesta a punto. "Venía al parque todas las tardes, a veces me llevaba a jugar con distintos equipos para hacer algo de fútbol…Me costaba muchísimo entrar en ritmo, hacía casi tres años que no practicaba deporte de alta competición."
Llegaron las primeras piedras en el camino. Bilardo le propuso jugar un homenaje a Zico, pero le espetó que como iban muchos jugadores solo podría disputar cuarenta y cinco minutos. "No, le dije, es imposible. Estoy en esta aventura y necesito jugar noventa minutos", recuerda Valdano aún con tono de incredulidad. "Es imposible, vienen treinta jugadores…", replicó Bilardo. "Discutimos como tres días y al final cedió y me dijo vente y juegas los noventa." Su participación en aquel homenaje a la leyenda brasileña duró un minuto. En la primera pelota que tocó sufrió un desgarro muscular.
La decepción
A pesar de los inconvenientes físicos, el objetivo estaba cerca. Llegó la última y decisiva fase, la concentración previa al Mundial, con el resto de la selección argentina, en Trigoria (Roma). La noche antes de salir rumbo a Israel para jugar un amistoso, Bilardo apareció por sorpresa en la habitación que Valdano compartía con Ruggeri, otro de los 'capos' de aquel combinado. La escena, que cualquiera podría imaginar de alta tensión, fue tremendamente aséptica: "Entró y me dijo que no me veía, que no me veía…Y de ahí no salió. Repitió no te veo, no te veo hasta cincuenta veces y no salió del no te veo."
La aventura siempre pendió de un hilo, como reconoce el propio Valdano. Llegó a un pacto con Bilardo por el que cualquiera de los dos podía decidir la desconvocatoria en cualquier momento. Es decir, nunca hubo una garantía de ser convocado, no hubo ruptura de un acuerdo. "Pero claro, como me dejó llegar hasta ahí…Además, poco antes de aquella noche había jugado un amistoso en el que sufrí problemas musculares, llamé a Carlos para decirle que lo mejor era dejarlo ahí, no seguir. No, ni se te ocurra, vamos a agotar todas las posibilidades, me replicó Bilardo. Si no puede ser el partido entero, me sirves para treinta minutos, ya veremos cómo lo hacemos, pero tú tienes que quedarte...".
Sin embargo, todo cambió.
"Cuando ya me había curado de ese problema muscular y había hecho un entrenamiento muy bueno, vino a la habitación y me dijo lo de no te veo, no te veo, no te veo y adiós muy buenas."
Hasta aquí el relato milimétrico, y prácticamente sin pausa, de Valdano sobre lo ocurrido en aquellos meses. Es cuando el periodista aprovecha para lanzar varias preguntas que obtienen una respuesta rápida y certera. Ácida, en algún caso.
Pregunta. ¿Le dijiste algo en aquella habitación?
Respuesta. Nada, nada, le hice dos o tres preguntas, pero me di cuenta enseguida de que no lo iba a sacar del no te veo y ahí se quedó.
P. ¿Qué sentiste en ese momento?
R. Yo todavía me sentía futbolista, me sentía Superman. Cuando estás en la alta competición piensas que eres invencible. Aprendí que en la vida a veces desafías los límites y los límites te ganan, sencillamente.
P. ¿Estabas para jugar ese Mundial?
R. Sentí una liberación, la verdad. Había un auténtico caos en la concentración, no me sentía muy cómodo…
P. ¿Físicamente?
R. Para un partido entero seguramente no estaba, pero para hacer una contribución como la que él me pedía, sí. En un Mundial de un mes, seguramente sí. Pero bueno, no lo lamenté mucho…
P. ¿Volvisteis a hablar de ese asunto?
R. Jamás en la vida.
P. ¿Volvisteis a hablar?
R. Nunca más.
P. ¿Os cruzasteis?
R. Nos cruzamos en ese Mundial, yo estaba de comentarista, pero nos evitábamos claramente.
P. ¿Tuvo algo que ver tu buena relación con Menotti?
R. Yo estuve con Bilardo mucho tiempo, ganamos el Mundial 86, siempre tuvo deferencias conmigo. Lo de Menotti no tuvo nada que ver, de eso estoy seguro.
El revuelo en la concentración argentina fue importante. "Me pasé seis meses nadando en el océano y me dejaron morir en la orilla", acertó a decir Valdano a la prensa tras ser descartado. Una frase repleta de amargura que provocó un debate en los medios argentinos, "pero el Mundial se lo comió todo. Argentina llegó a la Final...Incluso Maradona estuvo muy enfadado los primeros días, amenazó con irse…pero como todo, se apagó."
Uno de los testigos de aquella decepción fue Julio ‘el vasco’ Olarticoechea, campeón en el 86 y buen amigo de Valdano. "Lo vi irse de la concentración aquel día con las maletas. Lloré, se me cayeron las lágrimas por el aprecio que le teníamos y por lo que había dado en los entrenamientos. Era un campeón que se iba, dentro y fuera de la cancha. Lo queríamos y queremos como a un hermano", recuerda nostálgico el exseleccionador olímpico de Argentina desde Saladillo, Buenos Aires.
En las crónicas de aquellos días se comentó que Valdano no estaba en condiciones físicas para jugar un Mundial. Olarticoechea lo tiene claro: "Valdano corría más que nosotros en los entrenamientos, era una bestia físicamente… Nadie esperaba ese desenlace." Bilardo nunca se pronunció sobre aquella decisión y desgraciadamente ahora no se encuentra en condiciones de aclarar lo ocurrido. Carlos Pachamé, histórico ayudante de Bilardo en los mundiales del 86 y del 90, nos da la clave sobre aquella decisión tan controvertida: "Yo lo veía bastante bien, pero el temor de Bilardo era una posible lesión de Valdano y que tuviese que abandonar el grupo. La resolución fue exclusivamente del técnico, que era el que hablaba con el médico."
Bilardo tenía miedo. Valdano podría haber disputado el Mundial completo, pero los problemas físicos pesaron demasiado en el seleccionador, que apostó por otro jugador pese a la incongruencia de sacar del retiro a un futbolista para dejarlo fuera a última hora. El elegido fue Gabriel Calderón.
La leyenda del Betis se encontraba en París en aquellas fechas. "Yo estaba con el PSG, me había caído de la Selección poco antes del Mundial...De repente, me llaman y me dicen: vente a Roma, vas a estar entre los veintidós. Como argentino tuve una alegría por jugar un Mundial y una tristeza porque fue doloroso ir en su lugar. Admiro a Jorge, somos amigos", nos confiesa el ahora entrenador.
La foto
Al día siguiente del lacónico "no te veo" de Bilardo en aquella habitación, en la concentración de Argentina solo permanecían Valdano y Giusti, otro veterano del 86 al que también había dejado en tierra el seleccionador, aunque finalmente él sí acudiría al Mundial. "Salí con la maleta, ya vestido para marcharme, y me encontré a Giusti. Qué momento más triste, me dijo...Y de repente, salió corriendo y volvió con una cámara para sacarnos una foto. Yo vestido de calle y Giusti de deportista. Cuando pase el tiempo vamos a ver la foto y nos vamos a reír, me aseguró". Años más tarde, Jorge Valdano viajó a Buenos Aires. En la recepción del hotel en el que se hospedaba había un paquete para él. Se trataba de un marco y una foto, la que Giusti les había sacado aquel triste día en Trigoria.
P. ¿Aún la guardas?
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R.-Es la única foto que tengo en mi despacho.