Como se diría coloquialmente: de Guatemala a Guatepeor. Así fue el esperpéntico discurso de Gianni Infantino, más propio de barra de bar tras el cuarto gintonic que del presidente de la FIFA ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en Estrasburgo (Francia).
El dirigente defendió su idea de celebrar un Mundial cada dos años y criticó la de la UEFA al respecto apuntando a las "oportunidades" que daría: "En Europa, la Copa del Mundo se lleva a cabo dos veces por semana porque los mejores jugadores del mundo juegan en allí".
"Vemos que el fútbol se desarrolla en una dirección en la que algunos lo tienen todo y la mayoría no tiene nada. El fútbol no es un mero deporte, son oportunidades, es esperanza, equipos nacionales, tiene que ver con el país, con el corazón, la alegría, y no podemos decir al resto del mundo que nos den el dinero y los buenos jugadores, y vean fútbol sólo por la tele", añadió.
Seguidamente, Infantino extrapoló el caso al drama que se vive en el Mediterráneo desde décadas atrás: "Tenemos que darles a los africanos la esperanza de que no tengan que cruzar el Mediterráneo para quizás poder tener una vida mejor aquí, pero, más probablemente, la muerte en el mar. Tenemos que darles oportunidades y dignidad".
"En Europa tomó siglos y siglos un cambio. Hay mucho por hacer, mucho por cambiar. Tenemos que mantener la presión, pero también reconocer que ha habido cambios", añadió.
Ante el revuelo provocado por sus palabras, el presidente de la FIFA aseguró que se le había "malinterpretado" y que busca "ayudar a mejorar la situación de las personas en todo el mundo".
Paralelamente, en otras declaraciones que han levantado mucha controversia, Infantino desmintió que hayan muerto 6.500 trabajadores en las obras de estadios de Catar: "Han sido tres y son demasiados".