A falta de Messi, bueno es Griezmann. Si el argentino firma un partido gris, ahí está el francés para sacar de un lío al Barcelona. Porque el combinado dirigido de Quique Setién se había quedado acorralado en la tela de araña defensiva que planteó el Nápoles. Replegado, prácticamente en su propio área, rechazaba cada internada azulgrana.

Un error de Piqué provocó que el cuadro de Gennaro Gattuso tomara ventaja en el marcador. Mertens recibió en el área, solo, sin marca. Piqué no salió a su paso y dejó que preparara el disparo, directo hacia la escuadra. Imposible para Ter Stegen. El Nápoles mojó en su primera aproximación de peligro.

Mientras, al Barça le costaba un mundo convertir su eterna posesión en alguna jugada de peligro. Ni un solo disparo en toda la primera mitad sobre la portería de Ospina, libre de trabajo hasta el descanso.

Pero entonces asomó Griezmann, que convirtió en oro el único disparo del cuadro azulgrana en el partido. Se adelantó a la zaga napolitana en el primer palo y cazó de primeras el centro preciso de Semedo. El francés fue el mejor en una noche gris de Messi, que acumuló demasiadas pérdidas en jugadas individuales. El Barça sacó un empate de oro en San Paolo sin necesidad de que apareciera su mejor jugador.

En el tiempo de descuento, el Barcelona recibió dos noticias malísimas. Arturo Vidal vio la cartulina amarilla por una dura entrada y, al instante, se encaró con Mario Rui. El chileno se ganó la segunda amarilla y no podrá jugar el encuentro. Además, Piqué se torció el tobillo derecho tras un salto y se tuvo que retirar cojeando. El próximo domingo, recuerden, el Barça visita el Santiago Bernabéu en un encuentro que será clave para el devenir de la liga.