En los minutos previos al inicio del choque, presentaron a Jorge Molina por megafonía con un "Oh Capitán! ¡Mi Capitán!" antes de decir su nombre. El Coliseum Alfonso Pérez preparaba su envite hacia la Liga de Campeones con una evocación poética a Walt Whitman para convertir al veterano delantero en el Robin Williams que se subía encima de la mesa para gobernar una clase.
El gran capitán del Getafe era la máxima autoridad de su equipo sobre el césped. Sin José Bordalás en el banquillo, sancionado por su expulsión en San Sebastián la semana pasada, Jorge Molina era el máximo referente de un equipo que sigue peleando por acabar en la Liga de Campeones.
Y no defraudó. A Jorge Molina le bastó una carrera y un disparo para poner orden en un partido planteado de manera conservadora por Bordalás, que alineó a cuatro laterales. El gran capitán, en el minuto 16, aprovechó un pase del francés Dimitri Foulquier para cruzar la pelota ante Bono e inaugurar el marcador.
El Getafe rentabilizó una de las pocas ocasiones de las que dispuso en el primer acto. Sólo sumó tres, otra clarísima del uruguayo Mathías Olivera y una de Jaime Mata que acabó con la pelota por encima de la portería del Girona. No fueron muchas opciones, pero sí las suficientes como para merecer una victoria antes del descanso.
Enfrente, el Girona parecía no jugarse nada. Saltó al campo muy timorato, parecía que el descenso no acechaba al conjunto catalán y la realidad es que sufrirá hasta el final para conseguir la salvación. Eusebio Sacristán no pudo contar con su referente en ataque, el uruguayo Christian Stuani, que con problemas físicos no entró en la convocatoria.
Sin el ariete charrúa, el Girona perdió muchos puntos. Pero su actitud indolente fue su mayor rémora y sólo un disparo de Portu inquieto a la portería de David Soria en los primeros 45 minutos. Todo se podía arreglar en la segunda parte, pero el guión continuó casi exactamente igual.
El Girona continuaba al trote y eso ante un equipo como el Getafe, intensidad pura en todas sus líneas, es un grave pecado. Las ocasiones no cambiaron de bando y continuaron sucediéndose en la portería de los hombres de Sacristán. El segundo tanto se olfateaba en el ambiente con tres acercamientos de claros de Ángel Rodríguez, de Mauro Arambarri y de Jorge Molina que no acabaron dentro de la red de la meta de Bono por un desajuste en el punto de mira.
Entonces, el Girona, si ya estaba cerca de la ruina, se cavó más de media tumba con la autoexpulsión de Borja García, que aparentemente insultó al árbitro después de sufrir una posible falta. Su acción simbolizó la desesperación de un equipo que estaba totalmente descompuesto.
Y, como era previsible, el castillo de naipes se derrumbó del todo con el tanto de Ángel, el segundo invitado especial en la exitosa mañana del Getafe. Saltó al campo por Jaime Mata y con su velocidad dio una marcha más a su equipo.
En una subida de Bruno González, que se disfrazó de Franz Beckenbauer por una vez en su vida, cerró el partido a falta de quince minutos con una buena finalización que subió el segundo tanto al marcador. Primero golpeó Jorge Molina y después cerró Ángel. El Getafe, con cuatro puntos de seis en juego, será matemáticamente equipo de Liga de Campeones. El Girona, tendrá que sufrir para no descender.