Un tanto de Miguel Ángel Guerrero le sirvió al Leganés para sumar un meritorio triunfo ante el Celta de Vigo (1-0) con el que vio recompensado su dominio y su mayor intensidad.
Llegaron los celestes a Butarque con idea de seguir acariciando los puestos europeos y romper de paso su mala racha como visitantes, condición en la que encadenaban cuatro derrotas y un empate en sus últimas cinco salidas.
En el Leganés las urgencias eran menos, toda vez que la salvación estaba ya casi cerrada. La cercanía de la misma, sin embargo, no mermó la ambición de los de Asier Garitano y estos salieron desde el principio con voluntad de hacer daño.
La ausencias de Amrabat y Beauvue, que sumadas a la de Gabriel y Szymanowski afectaban al aspecto ofensivo, le dieron la titularidad en punta a Guerrero.
Y fue este quien dispuso de la primera ocasión del partido cuando capturó un pase en profundidad de Rubén Pérez y encaró en solitario la meta rival. Oportunidad muy clara culminada con un disparo que pasó rozando el palo.
Eran los primeros instantes de un choque abierto, ideal para buscar los balones largos a espaldas de los zagueros. Y ese escenario resultó del gusto de un anfitrión que se encontró cómodo.
Solo una vez tembló, pero el cabezazo de Iago Aspas a centro de Pione Sisto lo sacó con acierto Cuéllar. El resto del peligro, para los madrileños.
Diego Rico probó con un tiro que se fue alto, Guerrero con otro que pasó no muy lejos de la madera.
También Omar se acercó, pero su falta lateral se perdió por la línea de fondo. Incluso Sergio Álvarez se vio obligado a intervenir, primero a un potente remate de cabeza de Siovas ante el que exhibió reflejos y más tarde desviando un intento de Zaldua después de que el lateral firmara una meritorio internada.
Llegó el descanso y del túnel de vestuarios salió el Celta con una cara nueva, la de Maxi Gómez en sustitución de Brais Méndez. Cambio de nombres pero no cambio de panorama ya que los locales seguían con su control.
Una jugada ensayada le valió a Diego Rico para sorprender con un potente lanzamiento, pero Sergio Álvarez salvó de nuevo a los suyos.
Era lo del Leganés una amenaza constante que iba desgastando a los gallegos y de tanto intentarlo hizo acto de presencia el gol. Lo cocinaron los blanquiazules con calma, exhibiendo los protagonistas del mismo algunas de sus virtudes individuales.
Primero Eraso, cuya constancia le valió para aguantar un balón junto al córner antes de encontrar a un compañero. Luego Rubén Pérez, quien demostró visión para filtrar un pase entre líneas. El Zhar, con un cambio de ritmo, hizo gala de su desborde. Y Guerrero, entrando en el primer palo, tuvo premio al esfuerzo adjudicándose la diana.
El tanto en contra motivó a Unzue a mover ficha de nuevo, retirando a Lobotka y Sisto para meter a Radoja y Emre Mor.
No hubo mejora, en parte porque suele ser complicado igualarle al Leganés cuando se pone por delante.
Pero el ansia por llevarse algo positivo dio alternativas a los vigueses, que se lamentaron de un remate de Wass que salió demasiado centrado.
Incapaces de sellar el empate, vieron como se esfumaba una buena oportunidad para aprovechar resultados favorables.
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El rival, por su parte, aseguró matemáticamente quedar a final de temporada por delante de Las Palmas y Málaga en la clasificación lo que hace cada vez más palpable la continuidad en Primera.