El Real Madrid recibió un durísimo castigo para bajarse del tren de la Liga con su segundo pinchazo consecutivo, una derrota ante una Real Sociedad mejorada con la mano de Imanol Alguacil, que conquistó el Bernabéu más de 14 años después ante un rival en depresión, amparado en la brillantez de Vinicius.
Todo se volvió en contra del Real Madrid para dar un nuevo paso atrás en Liga. El 'efecto Solari' se diluyó con su primera derrota liguera en el Bernabéu. Sin suerte, ni puntería, clamando ante el colegiado y el VAR. Sin soluciones futbolísticas más allá de un chaval que ilusiona al madridismo como Vinicius.
Engancharse a la Liga o dejar pasar el tren un nuevo año iría acompañado de sufrimiento. Es el destino esta temporada. Cambia el año pero no la dinámica de partidos. Casi siempre a remolque, nuevamente obligado a remontar y sin confianza. Necesitado de referentes.
Ahí apareció el más joven y a su vez más descarado, el brasileño Vinicius. Era la apuesta de Solari en su once, el enésimo portazo en la cara de Isco, suplente un día sin Bale ni Marcos Asensio. El fútbol de Vinicius es ajeno a todo. Da igual el clima de tensión que se respire en una grada que mostró su decepción a Marcelo. Lo intentó siempre. Eléctrico, vertical, descarado. El Real Madrid se agarró con fuerza a Vinicius cuando se vio por debajo en el marcador.
El examen a un equipo alicaído comenzaba con un penalti absurdo de Casemiro. Sobrexcitado, en un lateral del área en una acción sin gran peligro no se puso freno. Atropelló a Merino a los 70 segundos de partido. Como si el tiempo fuese a condicionar la decisión del colegiado que no dudó en señalar el penalti que transformaba Willian José.
El estreno de Alguacil arrancaba bien. El resultado iba a depender de la seguridad defensiva y el sistema de ayudas para frenar a Vinicius. Porque el brasileño era el único que desequilibraba y provocaba peligro. Una acción suya dejó solo a Benzema que cruzó en exceso su disparo con todo para marcar. El francés le devolvió la asistencia y Vinicius no superó a Rulli en el mano a mano.
Las llegadas mostraban la reacción madridista que comenzó topándose con Rulli, brillante con una mano abajo a un disparo desde la frontal de Modric. Un taconazo de Vinicius dejaba a Lucas ante sus miedos en la definición y Ramos se desesperaba pidiendo penalti tras sentir un empujón cuando iba a rematar un centro desde el costado.
La Real Sociedad suficiente tuvo en el primer acto con defender su tanto y mantenerse en pie. Sus intentos de generar peligro al contragolpe se frustraban y comenzaba a mostrar nerviosismo en la salida de balón. Al descanso se iba victorioso tras ver como Casemiro perdonaba un testarazo tras córner y como el poste repelía un centro suave de Lucas.
Se esperaba asedio en la reanudación. El Real Madrid se jugaba la Liga y debía volcarse pero la realidad fue diferente. Los ajustes tácticos de Alguacil aumentaron el orden de la Real. Se realizaron ayudas a Elustondo ante Vinicius y se encontraron con facilidad los espacios para crear peligro en fase ofensiva.
Cada contraataque hizo temblar al Bernabéu. El factor fortuna daba la espalda a un Real Madrid que lo intentó de todas las formas posibles. Ramos, jugando más de 9 que de central, se estrellaba con un muro en cada remate y un balón muerto tras una buena parada de Rulli a Vinicius, veía como Zurutuza salvaba a su equipo en la línea de gol.
La figura de Merino se impuso en el centro del campo hasta que se le acabó la energía. De él nacieron varias acciones que pudieron sentenciar el duelo. Oyarzabal perdonaba ante Courtois, que pasaba a ser gran protagonista salvador en manos a manos. Janujaz acariciaba el poste y no podía superar al gigantón belga en la más clara. Por si le faltaba poco al Real Madrid, los jugadores explotaban contra el arbitraje. Lucas Vázquez recibió la segunda amarilla y dejaba a su equipo en inferioridad.
Vinicius que había rozado el empate con un disparo buscando la escuadra, se fue de todos por velocidad y fue derribado por Rulli dentro del área. El colegiado no vio penalti y el VAR no corrigió su decisión siguiendo sus normas de uso. El Bernabéu explotaba contra todo. De la efervescencia, en la que se fueron al limbo varias opciones de marcar en el arreón, se pasó a la más profunda decepción.
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Restaban siete minutos para el final cuando la Real sentenciaba a un equipo roto. Con espacios y libertad de movimiento, Willian José ponía suave el balón a la testa de Rubén Pardo para terminar de resucitar a su equipo y convertir, nuevamente en enero, en prácticamente un imposible el título liguero para el Real Madrid.
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