Cumplir años siempre es motivo de alegría. Sin embargo, para Ronaldinho este puede ser el peor cumpleaños de toda su vida. El Gaúcho va a soplar las velas en una cárcel de Paraguay tras ser detenido hace varias semanas en relación a un caso de pasaportes falsos con los que entró al país sudamericano.
Y es que la sonrisa de Ronaldinho, esa que cautivó y conquistó al mundo en los 2000, se sigue apagando.Sigue perdiendo aquel brillo con el que recogió su Balón de Oro en 2005, con el que no hacía más que sumar y sumar elogios y éxitos tanto individuales como colectivos. Porque ahora, los partidos o los gana en vídeos de Youtube a modo de recordatorio o los gana en la cárcel.
Porque ha pasado de levantar la Champions League con aquel espectacular Barça de Frank Riijkard a ganar un lechón de 16 kilos. Porque, por una serie de cuestiones y de decisiones, dejó de ser la pieza más codiciada por los grandes equipos del mundo a serlo ahora para sus compañeros presidiarios.
Ronaldinho, el 10
Lejos queda, aunque en tiempo no quede tan lejos, aquel tiempo en el que Ronaldinho era el 'D10S' del fútbol. En el que era el 10, el jugador total y el que sabías que o bien vigilabas de cerca o bien te iba a ganar con su magia. Con esa magia tan típica del fútbol de Brasil que ahora tan solo parece mantener Neymar.
No hace mucho era él la esperanza de un país que le tuvo entre sus principales estrellas en 2002. Cuando la 'verdeamarelha' ganó su último Mundial de fútbol. Cuando llegaron a su última final. Cuando, en Corea y Japón, tuvieron su última tentativa real de ganar el preciado título. Sí, ahi el Gaúcho sonreía como pocos otros en el mundo del fútbol.
Samba en el campo
Y eso que todavía no había vivido todo lo que tenía por vivir. Porque le quedaba conquistar Europa. Ya estaba en el PSG, pero el PSG en el que Ronaldinho jugó nada tiene que ver con el equipo galáctico de ahora. Tenía que ser en el Barça, como fichaje estrella de Joan Laporta en 2003, cuando se ganase todos los aplausos del respetable.
En la Champions, en LaLiga... Ronaldinho era samba. Era alegría en el césped. Era ser del Real Madrid y levantare a aplaudir una acción que había hecho, que había sido gol, que había hundido a tu equipo. Que había realizado un jugador del Barça.
Regates, ruletas, detalles técnicos, goles, faltas, liderazgo... todo. Ronaldinho lo tenía todo. Tenía ese 'algo' que o se tiene o que no se tiene. Eso que no se entrena. Que se lleva dentro. Y quizá por no tener que entrenarlo al final acabó como acabó.
El declive... y a la cárcel
En 2007 su estrella se fue apagando. El Barça le mandó a Milán en un traspaso que al final salió hasta caro para el club de la Lombardía y desde ahí volvió a América, o bien a Brasil o bien a México.
Ahora, el día de su 40 cumpleaños, está en Paraguay y además privado de libertad. Podría pasarse incluso seis meses en prisión preventiva.Lejos quedan esos días en que Ronaldinho era la alegría del fútbol.