No solo le llueven las críticas desde fuera a Luis Rubiales. El propio Protocolo de Actuación frente a la Violencia Sexual de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) censura explícitamente el beso sin consentimiento de su presidente.
Dentro de los comportamientos inadecuados de este documento, en el apartado de 'Contacto Físico', se incluye "besar a la fuerza". El protocolo advierte de que bajo ningún concepto debe incurrirse en estos comportamientos en ninguna de las actividades, incluidas las internas y las externas, como los viajes.
En este completo y riguroso texto se avisa también de que el contexto deportivo puede favorecer la aparición de "fuertes relaciones desequilibradas de poder" con las que hay que mantenerse vigilantes porque pueden abonar la violencia sexual.
Para algunos juristas, ese beso que Rubiales considera una muestra de "espontaneidad" es un delito recogido explícitamente por la legislación española. "Se trata de un delito tipificado por nuestro Código Penal tras la Reforma de la Ley de Garantías. A esto se añade como agravante la relación jerárquica que existe entre el directivo y la jugadora, ya que se trata de su jefe", explica Pino de la Nuez, presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis.
Contra Rubiales ya se ha presentado una denuncia firme. El director de centro para formación de entrenadores CENAFE, Miguel Galán, cree que "se debería abrir un expediente sancionador a Rubiales que podría conllevar su inhabilitación o su destitución".
La prensa internacional, de Nueva York a París, recoge la polémica en torno al beso de Rubiales. El New York Times destaca las tibias disculpas del presidente de la federación, mientras que el periódico francés 'Liberation' habla directamente de "masculinidad tóxicaconcentrada".