Qué importantes son las bandas en el fútbol. Para todo. Para defender. Para atacar. Para anotar... Sí, qué trascendencia tienen. Porque al final todo acaba en el centro, pero para llegar a él muchas veces el mejor camino son los laterales. Son los extremos. Son saber abrir el juego para que la defensa ceda espacios y huecos. Y esto es algo que bien sabe España. Que bien ha aplicado en la final del Mundial en Sidney.
Que ha puesto en valor, en mayor valor, a Olga Carmona. A la capitana de España. Porque suya fue la acción del 1-0 ante Inglaterra. Porque suyo fue el gol que puso a la Selección por delante en la final del Mundial. En la primera final del Mundial que el combinado nacional ha jugado en categoría femenina en toda su historia.
Lejos de acusar la presión salieron, como dijo Jorge Vilda, "con fuego" en la mirada. Se notaba que la capitana, que Olga Carmona, tenía ganas de levantar el título. En el minuto 28 fue cuando toda España se puso en pie.
Preciso, fuerte, raso... Perfecto
Cuando todos gritaron gol. Cuando Mariona vio cómo llegaba la lateral como un misil por la izquierda. Se la puso como ha que ponerla, en ventaja. Hacia adelante. A la velocidad perfecta para que Carmona hiciera lo que hizo en semifinales.
Para que perforase la red rival con un zurdazo que no podía ir mejor colocado. Justo a la gatera. Al segundo palo. Donde más daño hace. Raso. Fuerte. Preciso. Perfecto. Earps no pudo hacer nada.
El grito de alegría de Carmona lo dejó claro, y el subidón de confianza en el combinado de Jorge Vilda se hizo más que patente.