Cero puntos de nueve posibles. Ese es el bagaje, pobre bagaje, del campeón de LaLiga. Del Atlético de un Diego Pablo Simeone que puede irse de vacaciones navideñas a, ojo, 16 puntos del Real Madrid y, obviamente, lejísimos de sus objetivos a comienzos de temporada. Con el milagro de la Champions, en el torneo de casa todo se está poniendo muy mal.
Pinta feo. Muy feo. Más feo que nunca tras otra derrota. Tras otra derrota más. Esta vez fue el Sevilla. Un Sevilla que no fue superior. Tampoco inferior. Pero que fue suficiente para batir a un equipo cada vez más frágil. Cada vez más roto. Cada vez más deshecho.
Rakitic marcó un golazo. De eso poco hay que decir, pero el 2-1 es otra historia. Falta lateral, desastre defensivo entre Koke y Cunha pidiendo falta por a saber qué y golazo de Ocampos en un balón que estuvo demasiado tiempo en el área. El trallazo del argentino, imparable.
El balón parado, cómo no. Fallo de concentración. Fallo que antes no pasaba y que ahora pasa demasiado. Lo dijo Felipe al terminar el partido, y es que contra el Mallorca, el primero de los tres desastres consecutivos, pasó algo similar.
Empezaron ganando y acabaron perdiendo. Los goles, de Russo y de Kubo. El primero, sí, a balón parado. El japonés, posteriormente, en un contragolpe letal que acabó en las mallas en el descuento. Los tantos baleares, en diez minutos.
Contra el Real Madrid, en el Santiago Bernabéu, 2-0. No hubo color, y eso que el equipo de Ancelotti tampoco fue un jolgorio futbolístico. Sin embargo, como el Sevilla, una versión 'light' fue más que bastante para derrotar al Atleti.
Ya está dejando de ser hasta noticia en LaLiga que los de Simeone pierdan, o que los de Simeone encajen goles. O que sea a balón parado o por una jugada en la que alguien cometa algún error por el motivo que sea. Pero todo esto tiene, ahora mismo, al actual campeón del título fuera de puestos de Champions League y prácticamente fuera de la pelea por defender su trono.