El fútbol tiene estas cosas. Tiene lágrimas claro está, pero también sonrisas que no caben en la cara. Y todo por un simple gesto. Todo por un detalle. Una de esas cosas que no hay porqué tener pero que si se tienen llevan felicidad y alegría a la gente. En Bélgica vimos, posiblemente, una de las imágenes más emotivas de este año.

Fue en un partido del Brujas, en su visita al Mouscron. Allí había aficionados visitantes y un jugador que hizo más que feliz a uno de ellos. Se trata de Ruud Vormer, que regaló una camiseta un joven que había en las gradas y que no supo cómo expresar la tremenda alegría que sentía en se momento.

Primero lo celebró como si hubiera dado a Bélgica aun Mundial, luego se abrazo con su padre con tal fuerza que a saber si su progenitor tiene bien todas sus costillas y la espalda. Y para terminar, lo que no puede faltar cuando hay tanta alegría: lágrimas, pero de felicidad. De mucha felicidad.

Y es que el fútbol es algo más que dar patadas a un balón. Es eso, claro que lo es, pero también es sentimiento y emoción. Y para los profesionales, también es poder llevar alegría a los que les consideran ídolos y semidioses. Bravo por Vormer.