Aficionados indignados, una lluvia de piedras y algo aún mucho más peligroso. Se escuchan disparos.
Era un partido por el que se había alertado firmemente a la policía. Tan solo les separaba una valla y el gran peligro llegó cuando más de un aficionado pudo superarla.
El partido evidentemente fue suspendido y el fútbol argentino, desgraciadamente, de nuevo, fue noticia por su violencia.