Aurelien Tchouameni está dando la razón al Real Madrid. Está dando la razón a los que pagaron por él unos 80 millones de euros. A los que apostaron por él, a pesar de su juventud y de su corta trayectoria en la élite. Se la da tanto con su club como con Francia, porque con los 'bleus' no solo es titular indiscutible, sino que es clave.
Que está siendo clave. En cada encuentro lo es. Ante Inglaterra, en cuartos de final, no fue diferente. El mediocentro del Real Madrid hizo su trabajo y más. Porque no solo contuvo. Porque también marcó.
Marcó un golazo. Un tremendo zapatazo desde la frontal del área tras una, otra, asistencia de Antoine Griezmann. De esos pases que, eso sí, poco hacen en un tanto en el que todo el mérito fue del lanzador.
Controló, dio un toquecito, miró a portería... y para dentro. Su derechazo superó los cien kilómetros por hora para colarse en las redes de un Pickford que estaba demasiado tapado.
Tan tapado estaba que la bola incluso pasó por debajo de las piernas de Bellingham. No le dio tiempo a reaccionar, y esas décimas de segundo que tardó fueron suficientes para no llegar con la yema de los dedos a despejar el cuero.
Fue el primero de una selección 'bleu' que no estuvo especialmente brillante pero que sí fue efectiva. Mbappé no tuvo su mejor día, pero Griezmann sí, y cuando más apretaba Inglaterra, con el empate además en el marcador, volvió a asistir para que Giroud cabeceará a las redes.
Con 1-2 terminó la última eliminatoria de cuartos de final. Así fue cómo Inglaterra quedó fuera, y cómo Francia avanza a semifinales para, quién sabe, volver a pelear para ganar un nuevo Mundial tras el de Rusia 2018.