Son más de 10.000. A los ultras del Spartak se les conoce por ser xenófobos, ultraderechistas y expertos en artes marciales y técnicas paramilitares.
Acostumbrados a provocar el caos allá por donde van. Se entrenan en bosques y quedan con radicales de otros equipos como el CSK o el Lokomotiv para pelearse.
Durante la Eurocopa de 2016, los ultras rusos e ingleses convirtieron el centro de Marsella en un campo de batalla durante tres días.
Ahora preocupa el Mundial de este verano, que se celebra en Rusia. Las autoridades exigen mayor dureza a la UEFA, como máxima responsable del fútbol europeo.
"No podemos permitir este tipo de actuaciones, ni una más", afirma Juan Mª Aburto, alcalde de Bilbao. Piden sanciones más duras, soluciones eficaces para acabar con la violencia en el fútbol.
Por los incidentes del año pasado en Eslovenia, la UEFA multó al Spartak y prohibió que pudieran comprar entradas para el siguiente partido contra el Sevilla. Aún así los ultras viajaron igualmente a Andalucía y se hicieron ver.