Faltó poco. Falto muy, muy poco. Faltó poquísimo para ver a Marc Márquez celebrar, en un podio, otra de sus épicas remontadas. Otro de sus carrerones. Otra de sus demostraciones de que en 2025 tiene Pecco Bagnaia un motivo para la preocupación. Porque el de Cervera, con la Ducati B de Gresini, estuvo a punto de volver a hacerlo en Austria.

Y es que necesitaba hacerlo. No le quedaba otra, después de esa malísima salida en la que pasó de ser tercero a 14º. Tenía una buena posición para atacar, pero no solo no pudo hacerlo sino que cedió puesto tras puesto hasta incluso tener una excursión por fuera de la pista.

Así que no tenía más remedio que apretar. Que arriesgar. Que ser más que agresivo. Y sí, sí lo fue. Lo fue para empezar a ver al grupo perseguidor de Bagnaia y de Martín cada vez más cerca. Lo fue, sobre todo, con Jack Miller. Se tocaron, y el de KTM se fue al suelo al rato ante la presión de Marc Márquez.

Él, a lo suyo. Ya tenía a tiro su objetivo. Su mayor objetivo salvo que pasara algo por delante. Era ser cuarto, y cuarto fue. Adelantó a Bezzecchi, y luego a Binder. Y, de repente, ahí que estaba. Otra vez.

Otra vez tras las super Ducati. Tras las oficiales, y después de la último modelo de Jorge Martín. Porque Márquez, en una complicada carrera, volvió a hacerlo.

Se va de Austria el de Cervera con un buen sabor aunque también quizá agridulce, sabiendo que tenía ritmo y que podía haber acabado en el podio de no ser por esa arrancada.