Qué feliz estaba Verstappen tras lograr la pole en Austria. Tras domar a los McLaren en casa. En la casa de Red Bull. En una pista en la que la marea naranja esperaba cerrar el domingo con fiesta. Con alegría. Con celebración. Sí, así parecía que iba a ser hasta la vuelta 60. Así parecía ser hasta que tanto Max como el equipo fallaron.

En una parada que no salió bien. Que se fue a seis segundos. Que, tras ella, tenía a Verstappen y a Norris en apenas tres segundos. Sí, cerca. Muy cerca. Pero más cerca estaba Lando cuando el neerlandés bloqueó neumáticos para dejar un buen plano en la curva 1.

Ahí ya se empezó a animar la historia. El McLaren era más rápido. Mucho más rápido. Tenía más ritmo. Sin duda. Y quedaban muchas vueltas todavía. La pelea, el duelo, estaba a punto de comenzar.

Estaba claro cómo iba a terminar

Y comenzó con un Norris más pendiente de Verstappen que de sí mismo. Sin pensar en que se estaba saltando la línea blanca de Austria en repetidas ocasiones para terminar, en su batalla ante Verstappen, cometiendo una nueva infracción que le iba a costar 5 segundos de sanción.

Lo sabían, a buen seguro, en Red Bull. Lo lógico, evitar cualquier incidente y dejar que Norris pasara para evitar que, en lo poco que quedaba, se fuera a más de 5 segundos. Sin embargo, Verstappen no tenía intención de usar la calculadora y comenzó a realizar una intensa defensa a Norris.

Cambios de dirección. Poco espacio para su rival. Y, al final, lo que hasta George Russell sabía que iba a suceder. En la curva 3, Norris se tiró desde lejísimos para tratar de pasar por fuera al Red Bull y Max cambió en la frenada. Toque, y adiós neumático. Y luego, toque, y lo mismo para Norris.

Lando no pudo acabar la carrera; Verstappen, sí. Y a pesar de los diez segundos de sanción la concluyó sumando muy buenos puntos que aumentan la diferencia en el Mundial en diez unidades.