Inexplicable. Así se puede resumir el accidente que Carlos Sainz sufrió en la Q3 de Singapur. Inexplicable no por el lugar ni por la pista, porque Marina Bay es lo que es, sino porque sucedió cuando nada debería haber pasado. Porque el madrileño de Ferrari no estaba en vuelta lanzada. Porque tan solo estaba calentando para atacar en el giro de después.
Un giro que no se produjo, porque el madrileño, en la última curva de Marina Bay, perdió por completo el coche. Lo perdió después de aminorar y aflojar para dejar pasar a Piastri. Cuando trató de volver a dar gas se le fue. Simplemente se le fue, y tan sorprendido se quedó él como todo su equipo en el garaje al verle en el muro.
Al atacar la curva final, Sainz perdió el coche y terminó estampando el Ferrari con las protecciones. El alerón trasero, directo al muro de la pista de Marina Bay con los comisarios actuando rápido para sacar la bandera roja.
Mientras reparaban los daños causados por el incidente, Carlos fue cabizbajo al box de Ferrari sabiendo que fuese lo que fuese bien ha podido ser responsabilidad suya, y que ha perdido una gran oportunidad tanto en la clasificación como a saber si también para la carrera.
Porque Singapur es lo que es, y lo mismo sí que lo mismo no. En clasificación, al menos, fue que no. En carrera, todo puede suceder sabiendo que algún 'safety car' va a salir.
De momento, Sainz sale décimo en una prueba, la de Singapur, que venció en 2023. Fue la única vez que un coche y un piloto no Red Bull pudieron celebrar un triunfo en domingo en todo el año.
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