Carlos Sainz se las tuvo con Esteban Ocon en Mónaco. El madrileño, que arrancó la prueba con neumático duro, vio cómo el escaso ritmo del francés le retenía en la cuarta plaza y le imposibilitaba hacer valer la mayor duración de sus gomas con respecto a las del resto.
Y es que las calles del Principado tienen estas cosas. Tienen que de poco sirve ser mucho más rápido que el de delante porque adelantar, en pista, es complicado. Muy complicado. Solo en unos pocos sitios... y aun así es prácticamente imposible.
No se separó de su ala trasera. En Ferrari sabían que había que hacer algo. Se lo dijeron, se lo pidieron, a Carlos. Que empujara. Que le presionara. Que hiciera que sus ruedas se vinieran abajo.
Justo después, toque entre ambos. Sainz le tiró el coche en la chicane de Mónaco para tratar de adelantar al Alpine pero no pudo ser posible. Es más, no solo eso, sino que rompió el ala delantera.
Los trozos se terminaron soltando, pero cero daños tenía el Ferrari del español. Por radio, eso sí, dejó claro lo que desde su punto de vista había pasado.
"¡Ocon ha frenado antes! Me ha sorprendido", dijo el madrileño sobre un acción que se anotó desde dirección de carrera.
Sorprendente fue su actuación con el Alpine en la clasificación, con un cuarto mejor crono que le valió para ser tercero por la penalización de Charles Leclerc.