Max Verstappen es un loco de las carreras. En el buen sentido. Un apasionado. Un tipo que no deja de pilotar ni cuando se acaba su trabajo sobre el Red Bull. Porque no para. No es capaz de dejar de pensar en la velocidad. En la competición. En ganar. Lo hizo en Imola, en la F1... pero no fue su único triunfo del fin de semana.
Porque el neerlandés tenía otra cita más. Una virtual. Una con su equipo de iRacing. Y no era una cualquiera, pues debía 'subirse' al coche para las 24 Horas de Nurburgring con su equipo, el Team Redline.
Nada más bajarse del Red Bull el sábado, con la pole bajo el brazo, se metió entre pecho y espalda tres horas. Luego, antes de irse para ganar la carrera de Imola, dos horitas más.
"Ya puedes ver lo que significa para él"
Y eso es algo que tiene a todos alucinando en Red Bull. Porque rinde. Rinde en el coche real y en el virtual, y tan felices están con ello.
"Es una máquina de las carreras. A veces prueba configuraciones diferentes por la noche y ese tipo de historias. No es algo raro esto", cuenta Christian Horner.
En palabras que recogen en 'Motorsport', su jefe en Red Bull es más que claro: "Ha ganado dos carreras. Una con un BMW GT3 y otra con el Fórmula 1".
"Ya puedes ver todo lo que significa para él. Hace la pole trabajando duro y ahora rinde para ganar la carrera con una clase magistral", sentencia Horner.