Mal día en la oficina, otra vez, para Sergio Pérez. El mexicano estampó, en la Q1 de Hungría, el Red Bull contra las protecciones en cuanto cayó un poco de agua y no solo sale en carrera en las posiciones de atrás de la parrilla sino que ha destrozado otro coche con el gasto que eso supone para la escudería.
Su futuro, más en duda que nunca, podría vivir su último episodio en Bélgica con la que puede ser su última carrera como piloto de la marca de las bebidas energéticas.
Pero él ha mandado un mensaje más que claro: "La manera más fácil es rendirse tras la carrera que he tenido, pero no es lo que quiero enseñar a mis hijos".
"Llovía más fuerte..."
"Cuando estás en Red Bull es todo más doloroso. Quiero volver, y voy a volver. No voy a desistir", insiste.
En ese sentido, explica cómo fue el accidente: "El impacto fue grande. Me duele un poco la pierna, pero todo está bien. Estoy listo para la carrera".
"Perdí el coche. Quizá llovía más fuerte. Corté la curva y se me fue. Duele saber que ha sucedido otra vez", cuenta.
Sobre su futuro, calma: "Nada ha cambiado. No estoy preocupado. Me enfoco en mi rendimiento. Necesitamos un fin de semana limpio, y no esta variabilidad".
Esa doble cláusula que supuestamente tiene el piloto mexicano sobrevuela de manera insistente sobre él. Bélgica puede ser el final de Checo en Red Bull.