El Gran Premio de la Emilia Romagna acabó con el ganador que más se ha repetido en los últimos años, Max Verstappen, y aunque el resultado haya sido el mismo, el neerlandés tuvo que darlo todo para mantener a Lando Norris detrás. El Red Bull parece haber dado un paso atrás, o al menos, parece que algo ha cambiado.
Ya no es el monoplaza dominante que era, y quizá, esto ha sido más mérito de las demás escuderías que demérito del equipo de las bebidas energéticas. La ventaja que tenían los de Milton Keynes respecto a McLaren y a Ferrari se ha visto muy mermada, y al parecer, no fue algo situacional del Gran Premio de Miami donde ganó Lando Norris. Los de Woking parecen haber dado con la tecla y el objetivo de alcanzar a Red Bull, ya no está tan lejos.
Después de la carrera, Max Verstappen habló del sufrimiento físico que pasó en el coche: "Estoy destrozado por los baches, sinceramente. Mi espalda y todo me duele. Después de 20 vueltas ya podía sentir el dolor. Estoy deseando tumbarme en la cama y tomarme algún analgésico para el dolor, y un masaje".
El holandés se sorprendió el domingo con su propio coche: "No esperaba tanto ritmo después de cómo había ido el fin de semana". Se sintió cómodo con el compuesto medio pero cuando montaron los duros, todo cambió: "Al cambiar a los duros, después de cinco o diez vueltas no estaba seguro de poder llegar hasta el final".
"Los neumáticos estaban fuera de la ventana y era como pilotar sobre hielo, con muchos trallazos. Casi termino en la grada, era muy difícil. Las últimas diez vueltas estaba intentando sobrevivir y entonces Lando subió el ritmo. Veía que se acercaba, no estaba seguro de poder mantenerle detrás, pero intentaba hacerlo lo mejor posible", relataba Max.
Además de gestionar la defensa contra Norris, el de Red Bull tuvo que convivir con no salirse de las líneas blancas para no recibir una penalización: "Cuando vi que era medio segundo por vuelta me pareció mucho. Pero no se puede hacer nada, intentaba simplemente no cometer errores y ser rápido en las rectas. Eso es lo que me ayudó al final. Con el alerón trasero que teníamos éramos bastante rápidos en las rectas".
El vigente campeón habló de la mala impresión que le dio el monoplaza tanto el viernes como parte del sábado: "El viernes no estábamos en las tandas largas, no tenía unas sensaciones nada buenas. Incluso el sábado por la mañana no estaba nada contento. Pero luego antes de la clasificación el coche ya se sintió mucho mejor. Sabía que iría bien en carrera, pero no sabía cuánto".
Max Verstappen ya está centrado en su siguiente objetivo, Montecarlo: "Mónaco es completamente diferente. Al final, llegamos juntos a la línea de meta, que es como empezamos. Está muy apretado y Mónaco siempre es al límite. Necesitas clavar la clasificación para sacar la vuelta, tener los neumáticos funcionando cuando se necesita, siempre es muy complicado. Mónaco es muy especial en ese sentido".