Qué carrera. Qué carrerón. Qué espectáculo que se ha vivido en Jerez. Con las motos. Con el Mundial de motociclismo. Con Moto3, con Moto2 y con MotoGP. Con un Marc Márquez que se quedó en un casi, que se quedó cerca, muy cerca, de lograr su primera victoria con la Ducati. Con Gresini. Con una máquina con la que dio tremenda guerra al bicampeón Pecco Bagnaia en el GP de España.
Todo se puede resumir en ese duelo. En ese cara a cara que se vivió con tremenda pasión... y con una enorme preocupación. Lo primero fue en todo lugar que no fuera el box de Ducati; lo segundo, en el garaje del equipo italiano. Porque sí, Márquez y Bagnaia son dos ganadores. Y como dos ganadores que son no tenían la más mínima intención de terminar segundos.
Fue Marc, en la pole al comienzo de la prueba, quien marchaba raudo tras el italiano. Le recortaba, poco a poco, la distancia. Tanto fue así al final llegó a su situación. Que al final tocaba que midieran fuerzas. Que iban a enfrentarse con las dos Ducati.
Con la de fábrica y con la satélite. Con una máquina que no tuvo rival en Jerez. Y así llegaron ambos a las últimas vueltas. Primero y segundo. Adelantándose, recuperando posición. Y sí, tocándose. La prueba, en el brazo de Márquez.
No se cayeron, por suerte. No sucedió lo que sí pasó en Portugal y que tan de cabeza trajo a Ducati. Porque sabían que podía pasar cuando firmaron a Márquez. Porque sabían que el ocho veces campeón del mundo, con moto, iba a pelar con el dos veces ganador del Mundial.
Limpia lucha. Lucha que se perdió un Jorge Martín que se fue al suelo y también un Pedro Acosta que tuvo a Zarco a su lado. Porque el francés, porque sí, le embistió e hizo que cayera del décimo al 18º puesto. Desde ahí remontó, pero no. No pudo ser.
No fue porque no lo intentase. No fue porque no quisiera sumarse a la gran fiesta del motociclismo en Jerez. Márquez, por todo lo alto, celebró un podio que pone cada vez más cerca un triunfo que se aproxima. Poco a poco. Paso a paso...