"Esto estaba hecho para nosotros". Lo dice a casi 180 metros cruzando entre edificios de Chicago. Un trayecto con un desnivel de más de 25 metros donde Nik no tiene ninguna sujección.

Pero si esto les parece poco, en un segundo paseo por el cielo de la ciudad, lo hace con los ojos tapados. Sin visión, los gritos son su unica referencia.

Nik Wallenda no tuvo a nadie un año antes. El reto era mucho mayor: cruzar el gran cañon del Colorado. El cable tambien tenia un mayor grosor. ¿La razón? El viento.

400 metros de distancia con una caída de casi de 500. Tuvo tiempo para mandar un beso a su mujer. Porque la familia es lo más importante. Su bisabuelo murio en 1976.

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