"No sé si las drogas duras son capaces de dar un chute de endorfinas tan fuerte". Es el resumen que da Marcin Banot sobre el motivo que le lleva a escalar los edificios más grandes del planeta sólo con sus manos.
Una sensación incomparable. Adrenalina, pero también miedo. Sin cuerdas, sin ningún tipo de seguridad, sintiendo el vértigo y por su puesto el peligro cuando sus zapatillas resbalaban.
"Mientras subía al hotel, me sujetaba a los marcos y miraba hacia arriba, porque no quería mirar hacia abajo", afirma Banot.
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